30/07/2022
Un día como hoy, hace 20 años, en una tarde, René G. Favaloro decidió tirarse un tiro en el corazón. La corrupción lo mató, el "sistema" argentino lo quiso transformar pero él nunca transo con eso y por eso decidió su final.
Pasaron 20 años y las cosas siguen igual y no se si peor. La corrupción sigue y sólo ahora se acuerdan de la salud cuando siguen hospitales cayéndose a pedazos y sin insumos ni equipos básicos.
No olvidemos porqué falleció, por su furia y tristeza contra el p**o sistema.
Seamos nosotros quienes con nuestro granito de arena le demostremos al sistema que él no gana! No transemos con eso como él no lo hizo.
Partes de la carta que dejó antes de morir y que me parecen importantes recalcar:
Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al ´sistema'.
Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular.
El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.
'¡La leyenda, la leyenda!'
Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.
Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.
No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.