28/11/2025
Va a cambiar”… y por eso no podés irte
La promesa de cambio no es amor: es parte del círculo de la violencia en los vínculos.
En muchos vínculos —pareja, amistad, familia, incluso trabajo— aparece la misma frase:
“Te juro que ahora sí voy a cambiar”.
Y el problema no es la frase.
Es que forma parte de un patrón: un ciclo que se repite una y otra vez.
Primero, aparece la tensión.
Después, la explosión: gritos, maltrato, indiferencia, manipulación, silencios punitivos, exigencias desmedidas.
Y cuando decís “hasta acá”, llega esa etapa:
la luna de miel emocional.
Ahí aparecen las disculpas perfectas.
Los mensajes larguísimos.
La autocrítica que nunca llega cuando hace falta.
Las promesas que suenan a alivio, no a reparación.
Y ese momento en el que te volvés a ilusionar porque…
“esta vez parece distinto”.
Pero no lo es.
Porque la promesa de cambio no es cambio.
Es parte del ciclo que te mantiene enganchada, esperanzada, disponible.
En vínculos violentos, la promesa funciona como un ancla emocional:
te hace dudar, te hace quedarte, te hace esperar una versión que la otra persona no sostiene en el tiempo.
Y ese es el punto:
si el cambio no se sostiene, no es cambio… es manipulación afectiva.
Nadie cambia porque promete.
Se cambia cuando hay responsabilidad, límites propios, trabajo interno y acciones concretas día tras día.
Si viviste esto o lo estás viviendo:
no estás exagerando, no estás “sensible”, no estás confundida.
Estás atrapada en un ciclo que desgasta, erosiona y te hace perder de vista tu propia claridad.
Y merecés vínculos donde el cambio no se prometa…
se practique.