30/11/2024
El embarazo, nacimiento y crianza de un hijo implican grandes y diferentes acontecimientos que marcan la vida de los padres, la familia. Se produce una ruptura, en el sentido de un antes y un después, con la llegada de un hijo. Tener un hijo, ya sea que haya sido deseado, planificado o no, implica una responsabilidad y un lazo con este nuevo ser de por vida. Aunque vale aclarar, que criamos a un hijo para que crezca y se convierta en una persona diferente e independiente de nosotros. Lo criamos para que luego éste emprenda su propio camino, con sus propios deseos y proyectos. Reflexionemos acerca de la maternidad/paternidad y la crianza de nuestros hijos; es sabido que el pequeño adviene al mundo desvalido. Ya que a diferencia de los animales, las “crías humanas” desde que nacen van a necesitar para sobrevivir de un Otro humano que se encargue de sus cuidados y necesidades básicas, aunque dentro de esas necesidades biológicas también se encuentra lo emocional, es decir, el cariño, la ternura, las miradas, las palabras de amor, el cuidado, la atención. Los animales poseen instinto y les funciona en automático, programado. Sin embargo, los seres humanos somos más complejos que eso, porque somos todos diferentes y no existe un manual de cómo ser buenos padres, como todo en la vida, debemos aprenderlo y construirlo a nuestro modo. No solo eso, sino que cada uno como padre trae consigo su propio recorrido, su propia historia, sus fantasías, sus ideales, sus expectativas, sus deseos. Y en esas diferencias se encuentra la singularidad y riqueza de cada uno. Por ello tal vez, sea importante reflexionar acerca de los propios mandatos, que tenemos para evitar también tortuosos sentimientos de culpa o angustia, ser amables con nosotros mismos, en tanto padres es importante, ya que si nosotros no estamos bien o no podemos cuidarnos a nosotros mismos, tal vez se torne más complicado el cuidar de un otro. Se trata de un proceso de autoconocimiento y de ir conociendo a esa nueva c