14/11/2025
CUANDO LO QUE SIENTO ME DESBORDA
Un camino de vuelta a mí desde el amor
Hay días en los que la emoción no avisa.
Simplemente te cae encima, te aprieta el pecho, la garganta se cierra y el alma se queda sin espacio.
Y entonces te preguntas:
“¿Qué hago con todo esto que estoy sintiendo y que me desborda?”
La respuesta, desde el enfoque Reset Biológico, es profunda y simple:
No luches contra lo que sientes. Escúchalo. Abrázalo. Dale un lugar.
---
1. El desborde no es debilidad: es saturación emocional
No te pasa porque seas frágil.
Te pasa porque has sido fuerte demasiado tiempo.
Guardaste, callaste, resolviste, aguantaste… hasta que el alma dijo:
“Ya no puedo sola.”
---
2. No juzgues lo que estás sintiendo
Lo primero que el dolor necesita es ternura, no crítica.
No te digas “no debería estar así”.
No te compares con nadie.
No te castigues por sentir.
Todo lo que sientes es válido.
Todo.
---
3. La emoción te habla: ¿qué quiere decirte?
Cada desborde tiene un mensaje:
– Una necesidad no atendida
– Un límite no puesto
– Un cansancio ignorado
– Un niño interior pidiendo abrazo
– Una verdad emocional que evitaste demasiado tiempo
Tu emoción no quiere destruirte.
Quiere liberarte.
---
4. El cuerpo habla cuando la mente se cansa
La presión en el pecho, el temblor, el vacío…
No son signos de que estás mal.
Son señales de que tu cuerpo está sacando lo que tú ya no podías sostener dentro.
Pon una mano en tu corazón y dite:
“Gracias por avisarme.”
Ese gesto solo, ya empieza a sanar.
---
5. Acompáñate: el acto más alto de amor propio
Lo que sientes necesita tu presencia, no tu exigencia.
Dite cosas que abracen tu alma:
– “Estoy aquí contigo.”
– “No tienes que ser fuerte ahora.”
– “Lo que sientes también importa.”
El amor propio empieza en cómo te hablas cuando nadie te está viendo.
6. Permite que la emoción salga
Si necesitas llorar, llora.
Si necesitas escribir, escribe.
Si necesitas silencio, date silencio.
Lo reprimido duele.
Lo expresado libera.
---
7. Detrás de cada desborde hay una historia
En Reset Biológico siempre encontramos un origen:
una emoción antigua, un cansancio emocional, una fidelidad familiar, una herida infantil