27/11/2025
La comodidad es traicionera: se siente suave, segura, familiar… pero ahí está el problema. Te convence de que “estás bien”, cuando en el fondo sabes que no estás donde quieres estar. Y duele. Duele ver cómo pasan los días y tus sueños siguen estacionados, esperando un movimiento que nunca llega, mientras la vida se te escapa en pequeñas decisiones cómodas.
Pero el placer aparece cuando te atreves a incomodarte. Cuando das un paso fuera de esa zona tibia y descubres que no era el fracaso lo que te frenaba… eras tú aferrándote a lo conocido. Ese primer salto, aunque pequeño, libera. Te despierta. Te recuerda que estás vivo. *Porque ahí, justo después de la incomodidad, es donde tus sueños por fin comienzan a respirar.*