16/10/2025
Cuando recibimos una prueba de embarazo positiva, nace un hijo en el corazón y en la razón de una familia. Nunca volvemos a ser los mismos: surge la ilusión de todo lo que rodea la llegada de un bebé, de un hijo, y se multiplican los proyectos a corto, mediano y largo plazo.
Sin embargo, cuando una familia espera la vida y recibe la ausencia física de ese hijo que ya habitaba en su corazón, lo mínimo que espera es un acompañamiento acertado e integral. Hacer este proceso compasivo y sensible es indispensable, pues el dolor del corazón ya es suficiente ante la pérdida de todos los proyectos que no podrán realizarse.
Es fundamental comprender que no se trata solo de una mujer con un diagnóstico médico, sino de una madre con un contexto, un bebé, unas creencias y unas necesidades particulares.
Yo, madre del cielo, también acompañé estos procesos desde el desconocimiento, y reconozco que pude haber causado daño con mis acciones u omisiones. Me disculpo por ello, por mí y por todos los colegas que aún no han aprendido cómo hacerlo. Invito a mis colegas a formarse en duelo gestacional y perinatal, porque las familias que acompañamos necesitan empatía e integralidad.
Un acompañamiento compasivo no cambia el resultado, pero sí transforma la experiencia del duelo, deja un recuerdo distinto en el corazón y una percepción de
cuidado más humana.