Psicólogo Andres Naranjo clínico infancia y adolescencia.

26/11/2025

25/11/2025

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24/11/2025

Tomate unos minutos cada día para meditar y respirar con Calma

21/11/2025

Será que se le mide?

17/11/2025

"Antes de ser creador, Victor Frankenstein fue un niño. Un niño que esperaba a un padre que casi nunca llegaba.

Su padre estaba ausente durante meses y, cuando regresaba, no traía cercanía ni refugio, sino autoridad fría y distancia emocional. Victor lo observaba tratar con dureza a su madre, y allí aprendió una verdad devastadora:
El amor puede doler, y la mirada del padre no siempre sostiene. A veces hiere.

Su madre se volvió su único puerto seguro.
Cuando su madre murió, Victor no solo perdió a quien lo crió; perdió la única mirada donde se sentía suficiente. Ese duelo nunca se nombró, nunca se sostuvo, nunca tuvo lugar. Y el dolor se convirtió en obsesión.

La herida se abrió aún más cuando nació su hermano. Victor vio cómo su padre amaba al nuevo hijo con una ternura que él jamás recibió. Entonces creyó algo profundamente doloroso: El amor existe, solo que no era para mí.

Desde una mirada sistémica, su proyecto científico no fue un simple experimento. Fue un intento desesperado de reparar la historia: Crear vida para recuperar una vida perdida.
Crear un hijo para reencontrarse con la madre.
Fabricar lo que nunca pudo recibir.

La criatura fue la encarnación de su anhelo más profundo: ser digno de amor.

El verdadero origen de esta historia no está en el laboratorio, sino en el alma de ese niño sin lugar. Cuando un hijo intenta salvar a su madre, sustituir al padre o demostrar que merece amor, deja de ser hijo y pierde su fuerza vital.

Victor Frankenstein nos muestra lo que ocurre cuando la herida de abandono decide el destino: Se crea vida desde el dolor, no desde el amor. Se busca pertenencia en lo imposible. Se repite la tragedia que se quiso evitar"...

Tomado y Adaptado de CONSTELACIONES FAMILIARES (CONSTELACIONES Y DESPERTAR)

17/11/2025

El daño que hace la ausencia de un padre no siempre se ve en el momento, pero deja marcas silenciosas que acompañan toda la vida. Un niño sin su padre aprende a ser fuerte demasiado pronto, a no llorar tanto, a no esperar que alguien lo aplauda o lo defienda. Aprende, sin querer, que hay abrazos que nunca llegarán y palabras que se quedan flotando en el aire esperando ser dichas.

La figura materna sola no construye verdaderas personas, por eso hoy tenemos generaciones de inútiles, mal educados y sin visión para la toma de decisiones.

Mientras otros niños crecen con la figura de un padre que les enseña, los protege y les da ejemplo, muchos crecen mirando desde lejos esa escena, preguntándose qué hicieron mal o por qué no fueron suficientes. Ese vacío no se llena con regalos ni con visitas esporádicas; se llena con presencia, con tiempo, con amor constante.

La ausencia de un padre deja huellas invisibles en la autoestima, en la confianza y en la forma de amar. Pero también puede convertirse en una fuerza, en una promesa interna de ser distinto, de no repetir la historia.
Porque el niño que creció sin padre, cuando le toca serlo, suele amar con el doble de ternura, para que nadie más sienta ese mismo vacio...

16/11/2025

16/11/2025

"La familia siempre debe ser lo primero.
La vida puede ser agitada, ruidosa y exigente,
pero nunca dejes que eso te haga olvidar lo que realmente importa.

Tu pareja. Tus hijos.
Ellos son tu verdadero hogar, tu mayor bendición, tus personas para siempre.

No cambies momentos con ellos por cosas que, al final, no tendrán importancia.
Porque cuando todo lo demás desaparezca,
será su amor el que permanecerá.

Elígelos. Siempre. Una y otra vez".

Créditos en la imagen

16/11/2025