27/01/2023
Homenaje a nuestro Apóstol José Martí en el aniversario 170 de su natalicio.
José Martí que dejó su huella en la poesía y la prosa no solo estaba haciendo una obra literaria, sino existencial. El Martí de los cubanos humildes y de los obreros de Tampa, de la gente común que no poseía nada o que detentaba muy poco. Hay una esencia evangélica en el proselitismo del Apóstol. No en balde se le llamó Maestro, como tantas veces en la historia se le ha hecho a otros grandes. El héroe posee una dimensión épica, mas el hombre hace que esos valores retornen al cauce del río de la patria y enaltezcan la colectiva savia de un país que aún se está haciendo a sí mismo. José Martí, lejos de ser un hombre consciente de su inmensidad, supo darse la misma importancia que cualquier humano. En la poesía colocó la causa libertaria y dijo inmensas verdades que aún permanecen en el empíreo de las ideas. Él es el sueño y, cuando se sueña, se hace en grande, se exagera, se va a la inmensidad del cielo. Ese es el Martí que conocemos, que amamos, el que nos otorga dignidad de pueblo hermoso, el que decía que hay musicalidad en la palabra cubano. En nuestros días se han debatido muchos conceptos referentes a la construcción identitaria de la soberanía. Pero más allá de circunstancias, lo que dijo el Maestro, lo que escribió, son iluminaciones que no pueden negarse. Aunque les caigan todo el tiempo del mundo, poseen actualidad. No es un patriotismo cualquiera, sino el de Cuba, el de una nación que es llamada a un destino universal de redención y de luces a pesar de su pequeñez física.