11/12/2025
Fisiología de la Autocompasión
Dr. Kristin Neff
Queridos amigos, la gente a menudo me pregunta: "¿Por qué es mucho más difícil ser compasivo conmigo mismo que con los demás?"
La respuesta es simple, porque fisiológicamente estamos programados de esa manera.
Cuando percibimos una amenaza, incluso una de tipo emocional como el fracaso o el rechazo, nuestro sistema nervioso simpático activa la clásica respuesta de lucha, huida o congelación. Nuestros niveles de cortisol aumentan. Nuestro cuerpo reacciona como si estuviéramos en peligro, aunque el "enemigo" sea en ese caso nuestra propia humanidad imperfecta.
Así que instintivamente nos combatimos con duras críticas, esperando que de alguna manera nos ayude a estar alerta y hacer los cambios necesarios para evitar el daño.
O huimos hacia la vergüenza, asumiendo que nos protegerá del juicio de los demás.
O nos congelamos y rumiamos, creyendo que si pensamos en el problema el tiempo suficiente, lo resolveremos.
De manera inconsciente, se da una respuesta fisiológica automática, con la que nuestros cuerpos tratan de protegernos y mantenernos a salvo, pero de una manera disfuncional.
Sin embargo, cuando otros cometen un error o enfrentan problemas, no nos sentimos amenazados de manera tan personal, y el mecanismo de seguridad que se activa es otro: el sistema de cuidado. Esto es debido a que la evolución nos programó para ayudar a los miembros de la familia y del grupo a través de la respuesta de cuidar y hacer amistad, porque la supervivencia de otros cercanos nos ayuda (operativa y genéticamente) a sobrevivir.
Cuando sentimos cuidado y conexión, nuestro sistema nervioso parasimpático se activa y nuestros cuerpos comienzan a calmarse. Aquí es donde la autocompasión se vuelve poderosa.
Podemos aprender a respondernos a nosotros mismos con cuidado en lugar de amenaza, incluso si no es instintivo. Las investigaciones muestran que cuando nos hacemos amigos de la autocompasión, nuestros niveles de cortisol disminuyen y nuestra variabilidad y coherencia del ritmo cardíaco aumentan, siendo indicadores de calma y resiliencia emocional.
Los estudios también muestran que una forma efectiva de "hackear" este estado relajante es mediante el uso de prácticas que le indican seguridad al cuerpo, como el tacto de apoyo. Colocar una mano sobre el corazón, sostener la propia mano o ahuecar suavemente la cara activan instintivamente las vías asociadas con el sistema de cuidado, ya que, aunque tu mente no pueda llegar hasta allí, tu cuerpo sí puede hacerlo.
Cuanto más practiquemos estos pequeños momentos de seguridad física, más fácil será para el cuerpo asentarse, ablandarse y salir del modo amenazante. Un estudio de la Universidad de California en Berkeley descubrió que tan solo 20 segundos diarios de tacto de apoyo, realizados todos los días durante un mes, son suficientes para aumentar significativamente el hábito de la autocompasión.
Nuestra biología puede tender a la autocrítica bajo estrés, pero podemos entrenar el cuerpo y la mente para afrontar las dificultades con autocuidado. Estos pequeños y sencillos actos pueden transformar todo tu sistema nervioso. Y con la práctica, pueden cambiar tu vida por completo.
Why is it so much harder to be compassionate toward ourselves than toward others? The answer isn’t weakness or lack of willpower—it’s biology. When we experi...