29/10/2025
La verdadera libertad no es hacer lo que quieras.
Es no ser esclavo de lo que no necesitas.
No es vivir sin límites,
es vivir sin cadenas invisibles:
el miedo, la culpa, el apego, la necesidad de aprobación.
Muchos caminan con los pies desatados,
pero el alma atada.
Atada a la opinión de los demás,
a historias del pasado que no sueltan,
a pensamientos que se repiten como cárceles silenciosas.
Pero hay una libertad más alta.
No se encuentra en cambiar de lugar.
Esa libertad nace cuando reconoces
que no eres tus pensamientos, ni tus emociones,
ni siquiera tu historia.
Eres el que observa.
Eres el que elige.
Eres el que puede soltar.
Cuando sueltas la necesidad de controlar,
cuando dejas de pelear con lo que es,
cuando eliges la paz por encima del orgullo,
estás caminando hacia esa libertad que no depende de nadie,
ni de nada externo.
Espiritualmente, la libertad es volver al origen,
recordar quién eres más allá del ego,
más allá de tus heridas,
más allá del ruido del mundo.
Es descansar en la presencia,
sabiendo que no necesitas ser más para ser completo.
Sabiendo que no hay nada que demostrar,
solo algo que despertar dentro de ti.