26/11/2025
La adicción no llega de un día para otro ni porque una persona “quiera destruir su vida”. La adicción es una enfermedad mental que nace en un punto muy profundo del ser humano: en el dolor, en el vacío, en la desconexión con uno mismo. Muchos empiezan “solo por probar”, “solo por un amigo”, “solo para pasar el rato”… y sin darse cuenta, lo que comenzó como un escape temporal se convierte en una cadena que les roba la claridad, la calma y la libertad.
Una persona adicta no es mala, ni débil, ni está perdida por elección. Está atrapada en un mecanismo que secuestra su cerebro, su capacidad de decidir y su forma de sentir. Por eso promete que cambiará, pero no puede sostenerlo. Por eso dice que es la última vez, pero vuelve a caer. No porque no ame a su familia o porque no valore su vida, sino porque la enfermedad es más fuerte que él cuando está solo.
Pero algo muy importante: la adicción sí tiene tratamiento. Con apoyo, acompañamiento profesional y un proceso adecuado, una persona puede recuperar su dignidad, su familia, su paz y su propia identidad. No importa cuántas veces haya caído; lo que importa es que aún tenga la voluntad o la esperanza de levantarse una vez más.
Las personas que luchan contra una adicción no necesitan juicio, necesitan comprensión. No necesitan castigos, necesitan guía. No necesitan que les digan “échale ganas”, necesitan que alguien les enseñe cómo hacerlo.
La recuperación es posible. La vida aún está ahí, esperando. Nadie está solo en esto.