14/03/2025
En la práctica del yoga, cada postura es un diálogo entre el cuerpo y la conciencia, un espacio de exploración donde la verdadera mirada no es la externa, sino la interna.
Es natural que, al comenzar, sintamos la necesidad de observar, de guiarnos por la imagen externa cuando aún no tenemos la seguridad o no comprendemos bien las instrucciones…miramos para entender, para encontrar referencias y, poco a poco, la práctica nos invita a soltar y confiar más en la escucha interna.
Cuando dependemos demasiado de la visión externa, corremos el riesgo de desconectarnos de la sabiduría del cuerpo. El yoga no consiste en replicar mecánicamente la postura de otro, sino en descubrir su verdad dentro de nosotros mismos. Con el tiempo, la observación visual se vuelve solo una herramienta ocasional, y la verdadera guía pasa a ser la respiración, la sensación y la conciencia del movimiento. La visión en yoga no se encuentra en los ojos, sino en la presencia despierta que habita cada asana.
Así, quitarse las gafas puede ser un pequeño pero poderoso acto de entrega. Al principio, puede parecer desafiante, pero es una invitación a abandonar la necesidad de control y confiar en la propia experiencia. No se trata de mirar para hacer, sino de sentir para comprender. En la esterilla, como en la vida, el verdadero conocimiento no llega a través de la observación externa, sino de la conexión profunda con nuestro ser.
En la próxima clase, te invito a hacer un pequeño experimento: si usas gafas, prueba a dejarlas a un lado durante la práctica. Si no las usas, intenta cerrar los ojos en algunas posturas y explorar desde la sensación, en lugar de la mirada. Observa qué cambia en tu experiencia, cómo se siente moverte sin depender tanto de lo externo. Confía en tu cuerpo, en tu respiración, en tu propia guía interna. ¿Te animas a intentarlo? Cuéntame cómo lo vives.
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