07/10/2025
Practicar yoga en el parque es mucho más que una clase al aire libre: es un acto de cuidado hacia uno mismo.
Tomarte una hora para respirar, moverte y reconectar con la naturaleza es una manera profunda de decirte: “me cuido, me escucho, me respeto”. Ese simple gesto —extender tu mat sobre el pasto y abrirte al momento presente— es ya una forma de sanar.
Cuando elegimos cuidarnos, el mundo a nuestro alrededor cambia. Las personas que viven desde la calma y la presencia no necesitan herir, competir o imponer. En cambio, quienes se desconectan de sí mismos suelen vivir desde la prisa o la frustración, olvidando que todo lo que damos —sea armonía o caos— regresa.
El yoga nos recuerda que el KARMA no es castigo, sino consecuencia: una invitación constante a hacernos responsables de nuestra energía, nuestras palabras y nuestros actos.
En el parque, entre la tierra, el sol y el viento, uno comprende que cuidarse no es egoísmo, sino equilibrio. Cada inhalación limpia, cada exhalación libera, y en ese proceso, el cuerpo, la mente y el alma se realinean.
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No necesitas experiencia, solo la intención de estar presente y dejar que la vida —como el yoga— te respire. 🌳✨