Filosofía
En los albores del siglo XXI nos vemos interrogados por la verdadera imagen del ser humano, ya que en la era tecnológica surgen tendencias a modificar el plan de la Naturaleza y del Hombre. En medicina, la genómica, la bio-computación y la robótica modificarán la relación médico paciente y nuestra comprensión de la salud y de la enfermedad. La noción de Individualidad: la capacidad de autonombrarse con la palabra Yo, exclusiva en cada ser humano, esfera en la cual el Hombre es librepensador, autoconsciente y protagonista de su propia biografía, tiende a desaparecer en las próximas décadas, al ser sustituida por la noción de singularidad, la cual reconoce exclusivamente el patrimonio genético, como una entidad particularizada. El concepto de individualidad en cuanto incluye el pensamiento, el lenguaje y la autoconciencia, coloca al ser humano en su auténtica y verdadera dimensión antropológica. El concepto de singularidad remite exclusivamente a nuestra corporalidad física y tangible, incluye exclusivamente el patrimonio genético, el cual es compartido con el reino animal (genéticamente hablando, la diferencia cromosómica entre la rata y el ser humano es muy escasa). A través del concepto de singularidad, al hombre se le extirpa su identidad, en cuanto a individualidad se refiere, y es remitido a una nueva categoría: la del zoo humano, o singularidades aborregadas desprovistas de identidad y de autoría en la creación de su propia biografía. Si bien cada ser humano es una entidad autoconsciente única e irrepetible, la manera de enfermarse y de curarse debería partir de la individualidad, otorgando sentido y significado al momento biográfico en el que aparece la enfermedad. Surgiría una medicina basada y centrada en el conocimiento, en el desarrollo evolutivo del ser y no sólo buscando sustentación y justificación en datos meramente estadísticos generando la noción del hombre-promedio. Los avances tecno-científicos en las próximas décadas deberán ser compensados por importantes avances en la compresión del ser humano, respetando su dignidad y libertad, y de la naturaleza, preservando su continuidad, para que estos logros sean gestionados bajo un principio de responsabilidad y ponderen sus efectos no solo a corto plazo, sino sus consecuencias en el futuro de la humanidad y de los reinos de la naturaleza. Los avances en robótica, nano medicina, bio-computación y genómica, modificarán la imagen arquetípica del ser humano. La implantación de neuro-chips, los nano motores circulantes en las autopistas de nuestro ADN, reparando silenciosamente nuestros genes, y la monitorización permanente de parámetros fisiológicos y cerebrales tele-remotamente controlados y vigilados, introducen importantes modificaciones en la organización humana y amenazan nuestra intimidad y libertad desde lo molecular hasta el plano ético. Ante esta tendencia de los tiempos por venir, se impone como necesidad, profundizar en una imagen del ser humano centrada en su dimensión macroscópica, capaz de entender las dinámicas entre su pensamiento, su sentimiento y su voluntad, de un lado y de otro. De esta manera podremos evitar la disolución y dispersión progresiva de lo humano en la trama molecular y nanoscópica de la mirada tecno, la cual se basa exclusivamente en lo matérico, cuantificable y manipulable, sin antes apuntalar la imagen del ser humano con sus vínculos universales
De la dualidad a la triformación
El dualismo en la filosofía y la ciencia introducido en el siglo XVII ha liderado la historia de las ideas hasta nuestros días. La radical división del ser humano entre mente y cuerpo, conciencia e inconsciencia, espíritu y materia, han generado relaciones radicalmente opuestas entre sí, dificultando una comprensión dinámica entre la tesis y la antítesis. La especialización del saber ha contribuido en la fragmentación de la unidad del ser humano y de la naturaleza. El predominio de la lectura mecánica del mundo introducida por la tecnología desde el siglo XIX ha reforzado la visión instrumental y numérica del mundo, gestando una concepción maquinal del Hombre. El hombre - máquina de Descartes, reeditado por la Revolución Industrial del siglo XXI. En este trasfondo se ha desarrollado la ciencia en general, y en particular las ciencias relacionadas con el ser humano: la Psicología, la Medicina y la Biología. En 1917, Rudolf Steiner fundamenta la Triformación como método epistemológico para superar el dualismo y sus consecuencias éticas en la ciencia y en la vida social: la Primera Guerra Mundial como catástrofe espiritual del siglo XX. La triformación permite entender las dinámicas que configuran el mundo orgánico, partiendo del Todo hacia las partes y profundizando en las partes sin perder la vinculación con el Todo. En la triformación existen dos elementos polares dinámicamente opuestos que se resuelven y pueden convivir en una misma entidad gracias a un tercer elemento que los armoniza y modula. En el dualismo existe la tesis radical e irremediablemente contraria y opuesta a la antítesis, generando una contradicción que se resuelve en un tercer elemento externo: la síntesis. La triformación en el reino vegetal
En el mundo vegetal tenemos la polaridad entre la Flor y la Raíz. Dos dinámicas opuestas entre ellasse extinguirían mutuamente, si no fuese por el elemento mediador de la hoja.
