10/09/2025
"Cada vez que confiamos lo suficiente como para amar o darle cariño a alguien y esa fe es violada, perdemos un poco de nosotros en la experiencia. Nuestra renuencia a exponernos de nuevo a dicha vulnerabilidad es nuestra protección; es la manera en que sobrevivimos a nuestras heridas más profundas y a las mayores traiciones. Y cada vez que cerramos el acceso a nuestra verdadera naturaleza compasiva y cariñosa, somos como el alimento que cayó lentamente de la vasija que cargaba la mujer.
Cuando llegamos a un punto en la vida en que realmente nos abrimos y compartimos con otra persona, buscamos el amor en nuestro interior solamente para descubrir que se ha ido y ha dejado un gran vacío. Descubrimos que nos hemos ido perdiendo poco a poco en las mismas experiencias en que confiamos tanto y que a la vez permitimos en nuestras vidas.
La buena noticia es que esas partes nuestras que parecen ausentes jamás se han ido del todo. No quedaron erradicadas para siempre..., son parte de nuestra verdadera esencia, parte de nuestras almas. Y así como el alma jamás puede ser destruida, la base de nuestra verdadera naturaleza jamás puede perderse. Simplemente está escondida y enmascarada para salvaguardarla. Reconocer la forma en que la enmascaramos es embarcarnos en un camino veloz hacia la sanación. Invocar de nuevo las partes que hemos perdido puede ser la mayor expresión de nuestro dominio personal.
¿Alguna vez se encuentra caminando en una calle llena de gente o en un centro comercial, supermercado o aeropuerto, y tiene "la experiencia"? Alguien que no ha visto nunca pasa a su lado, en ese instante sus miradas se encuentran y —¡zas!— lo siente. Quizá es simplemente un sentimiento de familiaridad o posibilidad, o un impulso abrumador de estar más cerca a esa persona, conocerla mejor, incluso iniciar una conversación. Cuando nos encontramos en estas situaciones, nos enfrentamos ante oportunidad poderosa de conocernos de una manera muy especial, es decir, si reconocemos de lo que trata el momento. Si no lo hacemos, entonces puede volverse algo muy confuso ¡y hasta atemorizante! El secreto de dichos encuentros es la esencia del misterio del tercer espejo. Para sobrevivir en nuestras vidas, todos hemos comprometido grandes partes de lo que somos. Cada vez que lo hacemos, perdemos algo por dentro de forma sociablemente aceptable, pero así y todo dolorosa. Asumir el papel de adultos y dejar ir la infancia tras una ruptura familiar; perder la identidad racial al fundirse las culturas y sobrevivir un trauma de nuestra juventud reprimiendo las emociones de dolor, ira y cólera son ejemplos de partes de nosotros mismos que perdemos.
¿Por qué haríamos algo así? ¿Por que traicionaríamos nuestras creencias, amor, confianza y compasión sabiendo que son la pura esencia de lo que somos? La respuesta es sencilla: para sobrevivir. Cuando niños, es posible que hayamos descubierto que es más fácil permanecer en silencio que emitir una opinión bajo el riesgo de ser ridiculizados o invalidados por padres, hermanos, hermanas y compañeros. Igual al tema de abuso en una familia es mucho más seguro "transigir" y olvidar, en vez de oponerse a aquellos que tienen poder sobre nosotros. Como sociedad, aceptamos el as*****to de personas durante la guerra, por ejemplo, y lo justificamos como circunstancias especiales. Todos hemos sido condicionados a ceder ante el conflicto, las enfermedades y las emociones abrumadoras en formas que solamente ahora estamos comenzando a entender. En cada caso, tenemos la oportunidad de ver una poderosa posibilidad en vez de juzgar lo que es bueno y malo.
Por cada parte de nosotros que cedemos para llegar a ser lo que somos, queda una vacío esperando ser llenado. Estamos buscando constantemente lo que sea que pueda llenar ese vacío en particular. Cuando nos encontramos con aquel que tiene las mismas cosas que hemos entregado, se siente bien estar a su lado. La esencia complementaria de la persona llena nuestro vacío interior y nos hace sentir enteros de nuevo. Cuando encontramos en los demás nuestras piezas "faltantes", nos sentimos poderosa e irresistiblemente atraídos hacia ellos. Incluso podemos pensar que los "necesitamos" en nuestras vidas, hasta que recordamos que nos sentimos tan atraídos hacia ellos por algo que todavía tenemos en nuestro interior... solamente que está dormido. En la conciencia de que seguimos poseyendo esas características y rasgos, podemos desenmascararlos y reincorporarlos a nuestras vidas. Y cuando lo hacemos, descubrimos de repente que ya no nos sentimos poderosa, magnética e inexplicablemente atraídos hacia la persona que nos reflejó esas características originalmente.
Reconocer nuestros sentimientos hacia los demás por lo que son, y no por lo que nuestro condicionamiento ha hecho de ellos, es la clave del tercer espejo de las relaciones. Esa emoción inexplicable que sentimos cuando estamos con alguien, ese magnetismo y ese fuego que nos hacen sentir tan vivos, ¡somos realmente nosotros! Es la esencia de esas partes nuestras que hemos perdido y nuestro reconocimiento de que las deseamos de nuevo en nuestras vidas.
Cuando se encuentre con alguien en su vida que active un sentimiento de familiaridad lo invito a que se sumerja en el momento. Algo raro y precioso está ocurriendo en ambos: acaba de encontrar a alguien que guarda las piezas que usted está buscando: a menudo es una experiencia mutua, ¡y la otra persona se siente atraída hacia usted por la misma razón! Usando su poder de discernimiento, si siente que es apropiado, inicie una conversación. Comience por decir algo, cualquier cosa, para mantener el contacto visual. Mientras habla, hágase mentalmente esta sencilla pregunta: ¿Qué veo en esta persona que he perdido en mí, que he entregado o que me han quitado?
Casi de inmediato le llegará una respuesta a su mente. Puede ser tan simple como un sentimiento de comprensión, o tan claro como una voz en su interior que usted reconoce y que ha estado con usted desde su infancia. Las respuestas son a menudo palabras sencillas o frases cortas, y su cuerpo sabe lo que es significativo para usted. Quizá sencillamente perciba en esa persona una belleza que siente le hace falta en su interior en ese momento.
Puede ser la inocencia de esa persona en la vida, la gracia con la que camina por el pasillo del supermercado, o su confianza mientras realiza sus labores, o simplemente el brillo de su vitalidad. Su encuentro sólo necesita durar unos segundos, quizá unos minutos máximo. Esos breves instantes son su oportunidad de sentir la alegría y la euforia del momento. Usted ha encontrado una parte suya en otra persona, algo que usted ya tiene, así como el sentimiento de que se despierte ese algo.
Para aquellos de nosotros que nos atrevemos a reconocer el sentido de familiaridad en dichos encuentros momentáneos, el espejo de la pérdida es probablemente algo con que nos encontramos cada día. Encontramos la plenitud en nuestros seres cuando los demás nos reflejan nuestra verdadera naturaleza. Colectivamente, estamos buscando nuestra plenitud, y como individuos creamos las situaciones que nos llevan a encontrarla. Desde los miembros del clero hasta los maestros, personas mayores y jóvenes, padres e hijos, todos somos catalizadores de sentimientos. En esos sentimientos, encontramos las cosas que anhelamos para nosotros, las cosas que siguen con nosotros, pero que están escondidas tras las máscaras de lo que creemos que somos. Es natural y es humano. Comprender lo que nuestros sentimientos hacia los demás nos están diciendo, en realidad, puede convertirse en una poderosa herramienta para descubrir nuestro mayor poder."
Gregg Braden