07/07/2021
PERFECTAMENTE IMPERFECTA
Alguna vez grité a mis exalumnos.
Alguna vez los mandé a la sillita para "pensar".
Alguna vez los amenacé con escribir una nota para sus papás cada que se portaban "mal".
Alguna vez me enojé y alteré cuando alguno de ellos no entendía lo que yo trataba de enseñar.
Y sé que lo hice por imitación.
Empecé mi experiencia como profesora a los 17 años, y a los 18 años fue mi primera experiencia con niños de nivel inicial. Recuerdo que yo quería aprender de una docente, que ya tenía años de experiencia. Y un día, ella gritó tan fuerte que los niños se "congelaron", bajaron sus cabezas y empezaron a trabajar. Me asombró tanto.
"Así les debes tratar porque sino nunca te van a hacer caso", me dijo.
Así que ahí iba yo... gritándoles, amenazándoles, mandándoles a la sillita. ¡Parecía perfecto! Muy conveniente para mí.
No me importaba sus caritas de tristeza sus lágrimas, cuando me rogaban que no lo hiciera. Solo tenía en mente lo que me había dicho aquella docente. Y como ella tenía la experiencia y yo apenas empezaba, supuse que era lo correcto. ..
Hasta que un día recordé a mi profesora de física gritándome y haciéndome sentir la persona más estúpida del mundo, por no lograr hacer un ejercicio.
También recordé a una profesora escribiéndole una nota a mi mamá y yo sintiendo todo ese miedo porque sabía lo que me esperaba en casa.
Y me recordé de pequeña sintiéndome sola y triste cuando los adultos me trataban mal, aprovechándose de su "poder" por ser mayores. ..
Un día me senté y lloré. Me acordé de todos los malos tratos que había recibido y recordé haber leído algo de "educar con respeto". Fue ahí cuando empecé a informarme, a buscar estrategias positivas, a leer muchísimo, a re aprender.
Entendí que nunca merecí ningún maltrato y que estaba en mí el sanar y corregir mis errores.
Desde entonces elegí ser una profesora amorosa, respetuosa y empática. ¡Los resultados fueron increíbles! Claramente, debía trabajar en mí, en gestionar mis emociones primero, en no caer en los gritos ni las amenazas. Pero desde que lo decidí, llegué a tener una mejor relación con mis alumnos, ellos colaboraban y juntos aprendíamos. Me sentía más libre. Me sentía más feliz. No me sentía culpable. Tampoco sentía un peso. ¡Sentía que lo empezaba a hacer bien!
Me comprometí a educar de esa manera y sigo informándome y ahora promuevo esto e intento guiar a quienes pueda.
Hay algo que entendí... y es que muchos de nosotros lo hacemos por imitación y repetición de patrones.
Gritamos porque nos gritaron.
Pegamos porque nos pegaron. Amenazamos porque nos amenazaron.
Y necesitamos entender que no porque lo hicieron con nosotros quiere decir que es lo adecuado.
Y ahí va la parte de reconocer que eso es incorrecto, elegir sanar y cambiar. Abrir nuestra mente, reconocer y re aprender.
Ahora sigo siendo una profesora imperfecta, con más experiencia, pero ya no ignorante.
¿Y tú? ¿Eliges repetir patrones o convertirte en el/la docente que tus alumnos necesitan? ❤️
-Bethania Herrera