09/12/2023
Las velas están apagadas...
Bara desapareció como si nada, dicen que por el séptimo crucero entró a caminar.
Ogun desenvainó su espada, montó su caballo blanco y sólo el polvo del camino conoce hacia dónde fue.
Oya se convirtió en viento fuerte envolviendo lo que ve a su paso sin disculpas y sin pesar.
Xango cruzó las hachas y los truenos temblaron y nadie más lo vió parar.
De Odé sólo se ve el rastro mata dentro de la selva espesa y Otim le sigue presurosa sin mirar atrás.
Obá sostuvo su daga de afeitar y siguió y siguió sola su camino, caminando y caminando sin parar.
Ossanha eligió las hojas necesarias para sanar la enfermedad y se perdió por los bosques para también hablar en soledad.
Todo el mundo parecía estar esperándolo, y luego la pajita se convirtió en tierra y Xapana se fue a su lugar.
Oxum se miró en su espejo y se convirtió en una cascada en un río cristalino, muy cerca de nosotros, quizás está.
Iemanja se encuentra ahora donde el toque humano nunca llegará, aunque nosotros sabemos que es parte del mar.
Esperemos que bajo su sagrado manto Oxala nos reúna otra vez, sabiendo que no es el fin de los tiempos, sino es el fin de un ciclo más.
Y por ende que Orisha nos encuentre humildes y unidos para reflexionar acerca de cómo seguiremos en paz.
Y desde ahí la guerra de los Orixas, preparándose para un nuevo mañana lleno de victorias y logros que vendrán.
Para que llegue lo nuevo a nuestras vidas, lo viejo debe quedar atrás.
Que Orisha nos dé alma limpia, luz y corazón puro al servicio de la humanidad.
Que seamos dignos de los frutos de otra guerra, pero de una guerra que brinde crecimiento y verdad.