01/10/2025
Las etiquetas en la escuela parecen palabras pequeñas, pero pesan como piedras en la mochila de un niño 🪨
“Inquieto”, “lento”, “problema”, “fracaso”… cada una se convierte en un muro invisible que limita sus oportunidades de aprender y de relacionarse con los demás.
Cuando un niño es reducido a una etiqueta, deja de ser visto en su totalidad: ya no es el que sonríe, imagina, sueña o intenta, sino “el que no puede”, “el que molesta”, “el que siempre se equivoca”. Estas marcas no solo afectan su autoestima, también generan rechazo entre sus compañeros, impidiendo la inclusión y la socialización.
Las etiquetas no describen realidades, las crean. Y cuando repetimos una y otra vez que un niño “es distraído” o “es flojo”, le enseñamos a mirarse solo desde esa lente.
La verdadera inclusión comienza cuando dejamos de encasillar y empezamos a mirar con empatía, reconociendo que cada niño tiene ritmos, talentos y necesidades diferentes. Porque ningún alumno es un problema; el verdadero problema son los prejuicios que lo rodean.