17/11/2025
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Una madre de 47 años decidió poner fin a su vida y a la de su hijo Esteban, un niño de 10 años diagnosticado con autismo. Antes de hacerlo, escribió una carta. No era una nota de despedida en el sentido habitual: era un testimonio del desgaste emocional, de la soledad y del cansancio que arrastraba desde hacía años.
El mensaje, dirigido a su esposo, Fernando Cuello, comenzaba sin rencor, pero con una sinceridad que duele:
“Ahora podrás vivir tu vida, ya no tendrás que viajar. Solo pedí un abrazo para Esteban y para mí, un beso por la mañana antes de que te fueras a trabajar. No pedimos mucho… No te rogaremos más. Nos recordarás el resto de tu vida”.
Detrás de esas líneas no solo se lee una tragedia familiar, sino el reflejo de una realidad que atraviesa a muchas mujeres: la carga invisible del cuidado, la falta de apoyo emocional y la ausencia de redes que sostengan.
Vecinos de la familia contaron que la mujer llevaba tiempo dedicada casi por completo al cuidado de su hijo. “Casi no salía. Siempre estaba con el nene, muy pendiente de él. Se la veía cansada, pero nunca imaginamos algo así”, dijo una vecina.
La carta, además de su valor testimonial, deja al descubierto una verdad incómoda: el abandono emocional puede ser tan devastador como cualquier otra forma de violencia. La ausencia de gestos cotidianos —una palabra amable, un abrazo, un poco de compañía— puede profundizar el aislamiento de quienes ya viven con una carga emocional enorme.
“No basta con asistencia médica para los niños; las madres necesitan contención, espacios de respiro, redes comunitarias. Cuidar a quien cuida es también una forma de prevenir tragedias”, señaló una psicóloga del Hospital Garrahan.
Lo ocurrido con esta mujer y su hijo no es un hecho aislado, sino una advertencia. Nos recuerda que detrás de cada historia de cuidado hay una persona que también necesita ser cuidada. Que el amor, sin acompañamiento, puede volverse una carga insoportable.
A veces no hacen falta grandes gestos para evitar que una vida se apague.
Basta con una presencia real, una palabra de aliento, un abrazo que diga: no estás sola.
Publicación tomada de ➡️ Somos Personas
Mamá, no estás sola 🫂