La medicina ancestral que mi querida maestra, la curandera zapoteca Ángela Méndez+ me compartió y que fue transmitida generacionalmente por su madre y abuela, la llamaron “Curar el Susto”. Esta práctica armoniza y equilibra el cuerpo y las emociones, liberando bloqueos y consiste en el uso de plantas medicinales aplicadas en v***r y en una limpieza energética que incluía lo que Ángela llamaba ‘sobada’ (un masaje de intensidad media con aceites esenciales, barrido con hierbas y con un huevo).
En esta tradición ancestral se referían al “susto” como el resultado de experiencias emocionales intensas, incluso una alegría o una sorpresa, de la que resulta una angustia momentánea - e incluso de todo aquello emocional que no terminamos de procesar en nuestras vidas- y que llevan a un estado de tensión general y enfermedades, que no están necesariamente asociados con otros síntomas de origen orgánico.
En la medicina zapoteca, la curandera conduce el proceso hasta que comienza la aplicación ritual de diversos elementos en el paciente, tales como el v***r de plantas, el tacto (masaje suave que se concentra en desbloquear puntos de acumulación emocional y energética), el huevo, el aceite, las hierbas medicinales, el mezcal y la resina de copal.
Como resultado de esta práctica ancestral, la persona recupera su equilibrio y se reconecta con su Ser interior.
Ángela solía pedirme que le hiciera Reiki y al ver el efecto positivo de usar ambas prácticas comencé a combinar lo que ella me enseñó con lo que yo sabía.
En 2000 conocí a mi amiga y maestra, la curandera Ángela Méndez+ y a su angelical familia de Guelatao de Juárez, Oaxaca.
Desde entonces, y hasta 2006, tuve el regalo de compartir tiempo con ella en la Ciudad de México, periodo durante el cual fui su discípula y de quien aprendí la técnica de curación ancestral zapoteca “Curar el Susto” en la Ciudad de México.
En adelante y hasta su muerte, fuimos amigas cercanas, ella siempre fue mi maestra, algunas veces en Oaxaca y otras en el ex DF, donde le ayudaba a organizar talleres y colaboré en la elaboración de una manual que contribuiría a su libro Herbolaria Oaxaqueña para la Salud.
Ángela y su conocimiento y amor por la Naturaleza me enseñaron a seguir mi luz interior y deseo por ser el cambio que siempre quise ver en el mundo.
Desde pequeña me gustó transmitir con mis manos cuidado y calidez y fui la encargada no oficial de dar masajes de espalda a mi padre y a mi tía Paz, quienes pasaban horas en trabajo de oficina.
Pero mi interés por la sanación fue heredada (o recurrente), pues desde mis bisabuelos del lado paterno el conocimiento de temas como la energía, la reencarnación, vidas pasadas, el Yoga, el vegetarianismo, pero en especial el Amor Universal y el compromiso fraterno con nuestros hermanos (todos los seres) en la Tierra, fue algo casi inherente, que se transmitió libremente -sin dogmas- y me atrevo a decir que directo por el ADN.
En 2001, mi curiosidad por la curación se formalizó -por mis abuelos presentía que podría haber alguna forma de curación con energía- y comencé la búsqueda en un Diplomando de Masaje Holístico en Centro AREA, donde supe de la técnica japonesa de curación con transmisión energética, llamada Reiki, la cual estudié por un año más.
EL PODER DE LO FEMENINO: LA HERENCIA DE LAS ABUELAS
La energía femenina ha sido el ancla fundamental en mi interés y amor por el camino de la medicina ancestral natural y la expansión de la conciencia.
Es innegable el honor que se me ha conferido al recibir tanto amor y conocimiento de enormes mujeres de medicina, desde mi abuela Elizabeth, y su impecable ejemplo y herencia de la Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal, hasta el regalo de mi maestra y amada amiga Ángela, quien además me presentó a la curandera oaxaqueña Mamá Julia en 2004 y en 2006 a otras 12 maravillosas mujeres sanadoras que integran el International Council of Thirteen Indigenous Grandmothers (el Councilio Internacional de las 13 Abuelas Indígenas).
En mi llamado o búsqueda, mis abuelas sanadoras han jugado el rol de un poderoso magneto. De 2006 a 2011 tuve la oportunidad de acompañar junto con otros buscadores al Councilio Internacional de las 13 Abuelas Indígenas para realizar ceremonias de oración y sanación por la Madre tierra y sus habitantes en Dharamsala, norte de India; Nepal y Alaska.
Y en 2019 nuevamente la energía de las grandes mujeres de medicina, amor y sabiduría me llevaron a conectar e iniciarme en Perú con otra abuela, María Apaza, quien es la única mujer altomisayoc (la mayor autoridad espiritual) de la nación Q'ero.
Gracias a Ángela y a todas estas fuerzas femeninas ancestralInices, se ha ido extendiendo mi camino y mi versión sanadora que combina la medicina ancestral zapoteca con el Reiki.
En enero de 2016, mi maestra la curandera Oaxaqueña, Ángela Hernández+, pasó a otro plano y su partida fue uno de los factores más importantes que potenció mi decisión de dedicarme de lleno a mi práctica sanadora a partir del segundo trimestre de 2019, dejando atrás con agradecimiento mi capítulo como periodista.
*Un poco acerca de la curandera Ángela Méndez Hernández+:
