11/11/2025
LA IMPORTANCIA DE LA TERAPIA
“No era un monstruo… era una herida que nadie quiso comprender.” 🖤
Hay algo profundamente humano en Frankenstein. No en el científico que desafía a la muerte, sino en la criatura que nace sin haberlo pedido, que busca amor y encuentra rechazo, que solo quiere pertenecer y termina convirtiéndose en todo lo que el mundo temía de él.
Guillermo del Toro no solo cuenta una historia de horror, cuenta una tragedia emocional… una metáfora de todos nosotros cuando cargamos con heridas que no elegimos y con vacíos que nadie se atreve a mirar de cerca.
El “monstruo” de Frankenstein no era malo. Era un alma confundida que nació sin nombre, sin lugar, sin abrazo. Un ser que deseaba amar, pero que fue juzgado por su apariencia, por su diferencia, por aquello que lo hacía distinto.
Y dime… ¿cuántas veces nos hemos sentido así? Incomprendidos, señalados, convertidos en lo que los demás temen ver de sí mismos.
Guillermo del Toro logra mostrarnos que el verdadero horror no está en la criatura, sino en la soledad. En la crueldad del rechazo, en la mirada que aparta la vista, en el “no perteneces aquí” que se clava más hondo que cualquier cuchillo.
Porque lo que duele no es ser diferente… lo que duele es que nadie quiera entender tu diferencia.
El monstruo de Frankenstein solo buscaba una cosa: alguien que lo amara sin miedo. Alguien que lo viera más allá de sus cicatrices, más allá de su origen, más allá de los errores del creador. Pero el mundo no le ofreció compasión, le ofreció miedo.
Y así, lo que nació del dolor, terminó devolviendo dolor. Porque a veces, cuando el alma es herida demasiadas veces, aprende a defenderse con la misma oscuridad que la lastimó.
Del Toro, con su mirada poética, no pinta al monstruo como un villano, sino como un espejo. Uno donde todos podemos ver reflejada nuestra necesidad de ser vistos, aceptados, comprendidos. Nos muestra que el “monstruo” es una creación humana: el resultado del abandono, del desprecio, del amor negado.
Y eso… eso es más aterrador que cualquier historia de terror.
A veces me pregunto cuántas “criaturas” hemos ayudado a crear sin darnos cuenta. Cuántas almas hemos hecho sentir que no merecen ternura, que no son suficientes, que su dolor no importa. Y cuántas veces, al huir de su sufrimiento, las empujamos al abismo de la soledad que tanto tememos.
Porque en el fondo, Frankenstein no habla de un experimento que salió mal… habla de nosotros.
De lo que pasa cuando un corazón quiere amar pero nadie lo enseña a hacerlo.
De lo que ocurre cuando alguien solo busca calor y recibe hielo.
De cómo el rechazo puede transformar la inocencia en furia, y la tristeza en rencor.
Guillermo del Toro convierte esa historia antigua en una plegaria moderna:
“No huyas de lo que no entiendes. No juzgues lo que no conoces. No rechaces lo que solo necesita un poco de amor.”
Porque todos, en algún momento, hemos sido esa criatura.
Todos hemos sentido que no encajamos, que nadie nos ve realmente, que nuestra voz se pierde en el ruido del mundo.
Y todos hemos deseado, aunque sea una vez, que alguien nos mire con ternura y diga: “No eres un error. Eres humano, y eso ya es suficiente.”
El monstruo no nació monstruo. Lo hicieron así.
Y quizás el verdadero mensaje de Frankenstein es ese:
que el amor tiene el poder de salvar…
pero su ausencia, tiene el poder de destruir incluso lo que nació con pureza🌺.
La Importancia de hacer Terapia a Tiempo 🙏🏼