29/11/2025
La andadera es un peligro con ruedas… y a la evidencia me remito.
Y sí, ya sé lo que viene: “yo usé andadera y aquí ando”, “todos mis hijos usaron y nada pasó”, la misma cantaleta de siempre. Y claro, muchas personas la usaron y no tuvieron accidentes graves, pero eso no convierte algo en seguro ni en recomendable hoy que ya tenemos muchísima más información.
La realidad es esta: la andadera no ayuda a aprender a caminar. No entrena el equilibrio verdadero, no fortalece la musculatura que realmente se necesita para dar pasos y sí modifica la postura natural, empujando al niño a apoyarse en puntas, arquear la espalda y adoptar patrones que luego cuesta corregir. Además, es un riesgo real de accidentes: caídas por escaleras, choques contra muebles, acceso a lugares peligrosos o incluso quemaduras porque con ruedas llegan a donde antes no podían.
Por eso ya no se recomiendan.
Entonces… ¿qué sí hacer para ayudar a que tu hijo camine?
Lo mejor es lo más sencillo:
Piso seguro, espacio libre y mucho tiempo en movimiento. Que pase ratos en el suelo, que gatee, que se siente y se pare solito agarrándose de muebles, que camine “de ladito” apoyándose, que se anime a dar pasos hacia mamá o papá sin cargarlo todo el día. Jugar a empujar cajas, una sillita pesada, una mesa estable (no andaderas) ayuda muchísimo porque ahí sí trabaja equilibrio, piernas y coordinación reales.
Nada reemplaza al juego libre: subir, bajar, agacharse, ponerse de pie… ese caos hermoso es justo lo que el cerebro necesita para aprender a caminar.
¿Y cómo saber que ya está por caminar?
Empieza a ponerse de pie sin ayuda, se suelta de los muebles unos segundos, intenta dar uno o dos pasos, camina agarrado de una mano, se agacha y vuelve a levantarse sin caer… todo eso son señales claras de que su cuerpo ya está listo. Y cuando está listo, el caminar llega solo.
P.D. Tampoco necesita zapatos para aprender a caminar. En casa, ir descalzo es ideal: el pie siente el suelo, se fortalece el arco natural y mejora muchísimo el equilibrio. Los zapatos se reservan solo para proteger al salir, no para “enseñar a caminar”.
Caminar no se enseña con ruedas ni con prisas… se aprende con tiempo, movimiento y libertad.