24/10/2025
Es cierto que Freud nos enseñó que es necesario recordar para reelaborar y dejar de repetir. Habla de un recordar que sucede en el devenir de la terapia psicoanalítica, en el marco de la asociación libre.
Sin embargo, en cierto momento es también preciso dejar de tener tanto recuerdo consumiendo nuestra energía. Freud hablaba en términos de energía, de quantum, entonces explicaba que cuando uno coloca libido en los objetos (en la representación psíquica de los objetos en nuestra mente), al mismo tiempo se empobrece el yo. Y esa energía, se recupera en el amor por ejemplo, a cambio de ser amado. Este es un resumen muy simplificado pero que nos sirve como ejemplo para esta publicación.
Hay personas que acumulan millones de recuerdos, fotos, cartitas, y cosas que le hacen retornar constantemente al pasado, como una especie de prisión psíquica de la que no pueden salir, y que perjudica su vida presente.
Como cuando uno está en un navegador y tiene 30 pestañas abiertas, y la computadora empieza a funcionar mal, como que no avanza, o todo se traba.
Algo similar sucede en la mente humana, cuando uno tiene muchas pestañas abiertas consumiendo energía, la vida cotidiana empieza a trabarse, a estancarse, a hacerse más lenta y menos productiva.
“Cada vez que estoy triste, vuelvo a nuestros chats de WhatsApp, miro nuestras conversaciones y me angustio” cuenta un paciente sobre una separación de hace más de 2 años.
El proceso de duelo pasa necesariamente por recordar -aunque se lo intente, no es posible olvidar por completo lo que pasó con esa persona por más droga o entretenimiento que utilice-, pero también a medida que pasa el tiempo, es necesario desapegarse de los lazos libidinales que nos ataban a ese objeto amoroso, ahora perdido.
Freud sostiene que en la melancolía se dificulta este último paso quedando la persona identificada al objeto perdido, sin poder separarse psíquicamente de él, con una “hemorragia libidinal” y un yo empobrecido.
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Art 1: