16/10/2025
😢🚫“Mi mamá siempre fue fría, y mi papá nunca me dijo ‘te quiero’. En mi casa nadie se abrazaba, nadie se besaba. Creces así, pensando que eso es normal, pero llega un momento en que te pasa la factura. Empecé a tener ataques de pánico, me daban muy fuertes, hasta que un día en terapia mi psicólogo me dijo: ‘Vas a ir ahora mismo a darle un beso a tu mamá’.
Yo temblaba, sentía que me iba a mor1r,pero fui Entré a la cocina, ella estaba haciendo de comer, y con el teléfono en la mano le dije: ‘Aquí estoy’. Me acerqué, la abracé y le dije: ‘Mamá, te quiero’. Se quedó helada, no sabía qué hacer… hasta que me abrazó también y me dijo: ‘Yo también te quiero’. En ese momento sentí que me quitaron dos mil kilos de encima.
Desde ese día todo cambió. Hoy la veo, la beso, la cargo, la abrazo. A mis hijas las lleno de besos, les digo que las amo mil veces al día.
Decidí romper ese patrón de frialdad que traía conmigo desde niño. Ahora soy feliz, aprendí a amar sin miedo.”
🫶🥹Jorge Van Rankin, “El Burro”, sobre su reconciliación emocional con su madre.
A veces no nos damos cuenta del peso que cargamos hasta que decidimos soltarlo.
Crecer en una familia donde el afecto no se expresa deja huellas profundas: aprendemos a callar lo que sentimos, a creer que el amor duele o que demostrar cariño es debilidad. Sin embargo, esas heridas no son una condena, son una invitación a sanar.
El acto de abrazar, de decir “te quiero”, puede parecer pequeño, pero es un gesto reparador. Es reconocer que sí necesitamos amor, contacto, ternura y validación.
Romper con el patrón de frialdad no es traicionar a la familia, es honrarla de otra forma: eligiendo dar lo que quizá no recibimos.
Cuando un hijo se atreve a abrazar primero, a hablar desde el corazón, está abriendo el camino a generaciones más sanas emocionalmente.
Porque sanar no siempre es olvidar lo que dolió, sino aprender a amar distinto, sin miedo, sin reservas, con el alma libre. 🕊️💫
— Aprender a amar también es una forma de sanar tu historia.