27/11/2025
La MALA CIRCULACIÓN reduce el oxígeno en tus tejidos y provoca fatiga constante
La MALA CIRCULACIÓN no es únicamente una molestia en las piernas o una sensación de pesadez: es un trastorno hemodinámico que altera la capacidad del organismo para transportar oxígeno y nutrientes a los tejidos. Cuando el flujo sanguíneo disminuye, incluso de forma leve, las células reciben menos oxígeno del que necesitan para producir energía, lo que obliga al cuerpo a trabajar en un estado de déficit energético permanente. Esta falta de oxigenación adecuada se traduce en fatiga constante, debilidad muscular, lentitud mental y menor tolerancia al esfuerzo físico.
El oxígeno es el elemento central en la producción de ATP, la molécula que alimenta cada proceso celular. Cuando la circulación se ve comprometida, los tejidos no pueden realizar correctamente la fosforilación oxidativa, la ruta metabólica mitocondrial que genera energía. Como resultado, las células deben recurrir a vías menos eficientes, lo que produce menos ATP y más subproductos metabólicos que generan inflamación, dolor y agotamiento. Esta situación afecta especialmente a órganos con alta demanda energética como el cerebro, el corazón y los músculos.
En los músculos, una mala perfusión sanguínea limita la llegada de nutrientes esenciales y retrasa la eliminación de toxinas como el ácido láctico. Esto favorece la aparición de fatiga temprana, calambres, sensación de pesadez y disminución del rendimiento incluso en actividades leves. Con el tiempo, los músculos pierden fuerza y capacidad de recuperación, ya que la baja oxigenación afecta la reparación de fibras y acelera el desgaste tisular.
El cerebro también es extremadamente sensible a la disminución del flujo sanguíneo. Una oxigenación insuficiente afecta la velocidad de procesamiento, la concentración, la memoria y la claridad mental. Muchas personas viven con “niebla mental” sin saber que su origen puede ser circulatorio. La falta de oxígeno cerebral genera lentitud cognitiva, irritabilidad y dificultades para mantener la atención durante tareas cotidianas.
En el sistema cardiovascular, la reducción del flujo sanguíneo puede generar un círculo vicioso. Cuando las arterias están rígidas u obstruidas, el corazón debe bombear con mayor fuerza para impulsar la sangre, lo que aumenta su carga de trabajo y favorece la fatiga general del organismo. La disminución del oxígeno también debilita el funcionamiento del endotelio —la capa interna de los vasos— y favorece procesos inflamatorios que empeoran la circulación.
La mala circulación se asocia con factores como aterosclerosis, hipertensión, diabetes, insuficiencia venosa, sedentarismo y tabaquismo. Estos factores afectan la elasticidad de las arterias, alteran la viscosidad sanguínea y deterioran la capacidad del cuerpo para mantener un flujo adecuado hacia las extremidades y los órganos vitales. En muchos casos, la fatiga crónica es uno de los primeros signos de este deterioro circulatorio.
A nivel celular, la falta de oxígeno prolongada acelera el envejecimiento, ya que afecta la reparación del ADN, la función mitocondrial y la producción de antioxidantes. Esta alteración redunda en menos energía, menor capacidad de recuperación y mayor vulnerabilidad al estrés físico y mental. Incluso procesos tan básicos como el mantenimiento de la temperatura corporal y el metabolismo basal requieren un aporte adecuado de oxígeno que depende directamente del flujo sanguíneo.
La buena noticia es que mejorar la circulación es posible. Actividad física regular, mantener un peso saludable, evitar el tabaquismo, controlar enfermedades metabólicas y consumir alimentos que favorezcan la salud vascular —como vegetales, frutas, aceite de oliva y alimentos ricos en omega-3— contribuyen a optimizar la perfusión sanguínea y mejorar la oxigenación tisular.
En conclusión, la MALA CIRCULACIÓN no solo afecta las piernas: reduce el oxígeno disponible para tus células, deteriora la energía celular y provoca fatiga constante. Mantener una circulación saludable es esencial para preservar la vitalidad, el rendimiento físico y la claridad mental a largo plazo.