30/07/2025
En un mundo 🌎cada vez más atravesado por la tecnología, encontramos que, si bien esta amplía el universo de códigos para comunicarnos, abre más canales para expresarnos y nos brinda nuevas maneras de conectarnos, también trae consigo una serie de desafíos invisibles que afectan nuestro bienestar emocional.
Tres temas me preocupan cuando pienso en la tecnología:
1️⃣la sobreexposición,
2️⃣el aislamiento silencioso que puede producir,
3️⃣y las formas de narcisismo emergentes, medidos muchas veces por la cantidad de ‘likes’ o seguidores.
Pero Lucía, una adolescente de 13, me hizo pensar en algo más.
Sitios como Instagram, Facebook y TikTok muestran la intimidad expuesta y borran los límites entre lo público y lo privado. Todo se exhibe, las barreras caen y la diferencia entre lo familiar y extraño se anulan.
Lo digital absolutiza el número y el contar. Los “amigos” que se hacen por esos canales suelen ser ante todo contados, y debo decir, muchos de los que se mantienen también.
Se aglutina tanto la comunicación, que se borra la narrativa, la historia. Todo se reduce a figuritas y stickers.
💣Es como si un cuento se resumen bruscamente a un par de palabras 💥
Si algo tan complejo, se codifica con poco símbolos, es evidente que surjan confusiones.
Lucía están intentando leer todo este enmarañado mundo en donde las palabras son números (los likes) y donde el corazón es un “me gusta”, o como se lo interroga ella y luego me traslada la duda a mi “¿LE GUSTARÉ?”
☝🏼La valoración personal hoy en día se mide muchas veces en términos de ‘likes’ y seguidores, y la intimidad se expone sin el contexto necesario, reduciendo las relaciones humanas a una lógica fría, cuantificable y, en algunos casos, narcisista. La exposición constante puede transformar lo privado en algo abierto, superficial, debilitando el significado de las relaciones humanas.
🚨En niños, adolescentes y adultos jóvenes, las redes sociales son eso, redes que pueden entrampar y confundir.