12/04/2020
LA MIOPÍA SE CONVIERTE EN EPIDEMIA MUNDIAL. Las Autoridades Sanitarias están en alerta
Sara Bueno | 30 de enero de 2017
Los cada vez más numerosos casos de miopía detectados en el mundo han puesto en alerta a las Autoridades Sanitarias. Los investigadores buscan soluciones que frenen este problema y eviten el desarrollo de problemas de visión más graves.
La miopía es un trastorno de elevada prevalencia en todo el mundo y el desorden ocular más común en la población joven y adulta desde los 20 a los 40 años. Una de las características distintivas de la miopía frente a otros defectos de refracción ocular, es su carácter dinámico, progresivo e irreversible, que puede llevar asociado un mayor riesgo de complicaciones oculares serias, constituyendo una de las principales causas de pérdida de visión en los países desarrollados.
La miopía es un defecto que impide ver con claridad los objetos lejanos y ha sido a menudo considerado como un «trastorno benigno», ya que que puede ser fácilmente compensado con medios ópticos (gafas o lentes de contacto) o mediante cirugía refractiva. En todo caso, se trata de un abordaje corrector del defecto ya establecido, que no modifica el curso o evolución del defecto de refracción.
Se ha detectado un aumento alarmante de población miópica en el mundo. Se estudian factores como el estilo de vida asociado a la aparición de teléfonos móviles, ordenadores, tabletas, etc.
La forma más común de miopía comienza a desarrollarse en torno a los 6-8 años de edad y progresa en ratios de unas -0.5 D anuales durante el proceso de crecimiento, hasta los 15-16 años. Aunque varía mucho de unos individuos a otros, la progresión es más rápida en caso de aparición temprana, antecedentes en ambos padres (frente a uno sólo o ninguno), y escasez de tiempo realizando actividades al aire libre.
Si no se corrige, se ha reconocido como una causa importante de discapacidad visual. Además los miopes, sobre todo aquellos que manifiestan niveles altos (por encima de 6 dioptrías, considerado ya como miopía magna), tienen un riesgo más elevado que el resto de la población de sufrir patologías como desprendimiento de retina, cataratas y glaucoma, lo cual puede conducir a pérdida de visión e incluso ceguera. El riesgo de retinopatía para las altas miopías se incrementa sobre todo a partir de los 40 años, por lo que controlar en la infancia el avance miópico hace que descienda este riesgo.
Durante años, los porcentajes de miopía detectados se han mantenido en un rango controlado y conocido, propio de cada población. Sin embargo, en los últimos años el incremento en su prevalencia, así como su aparición en edades cada vez más tempranas, han puesto en alerta a las Autoridades Sanitarias mundiales.
Se estudia el impacto del uso de tabletas, móviles y otros dispositivos en la proliferación de la miopía.
En los últimos años, se ha detectado un aumento alarmante de población miópica en distintas regiones del mundo, alcanzando proporciones de hasta el 90% en poblaciones asiáticas (un 80% en China) o del 42% en jóvenes americanos, cuando hace 30 años se estimaba en un 26%, por lo que se está considerando calificarlo de epidemia. En el sur europeo, el porcentaje de personas que sufren esta ametropía es de hasta un 35%, mientras en el norte la proporción aumenta a una de cada dos personas (50%). En España actualmente afecta aproximadamente al 20-30% de la población.
Tal variabilidad de prevalencias a lo largo del mundo puede deberse a diversos factores, tanto genéticos (hay hasta 24 genes identificados cuyos portadores tienen mayor riesgo de desarrollar miopía) como ambientales. Los factores ambientales estudiados que se asocian a la aparición y progresión de la miopía, analizan los diferentes estilos de vida, la educación y escolarización y la cantidad de horas de exposición a la luz del sol.
Los estudios posteriores han revelado que hay mayor prevalencia de miopía en niños que viven en áreas urbanas que en los que viven en áreas rurales. Curiosamente, parece relacionado con el tiempo pasado al aire libre, que podría tener un efecto protector contra el desarrollo de la miopía y ayudaría a reducir el riesgo de miopía asociada con tener padres miopes. También se sabe que la progresión miópica es menor en verano (más horas de luz, más actividad al aire libre) que en invierno.
Se buscan tratamientos farmacológicos contra la miopía, sin embargo, los muchos efectos secundarios que producen han frenado su uso
No obstante, actualmente uno de los aspectos en el punto de mira es la cantidad de horas que pasa la mayor parte de la población del primer mundo realizando actividades en visión próxima, coincidiendo con la aparición de teléfonos móviles inteligentes, ordenadores, tabletas, videojuegos y demás tecnología que se han convertido en una opción más de ocio y disfrute personal.
El aumento de población miópica se ha visto incrementado en mucho mayor porcentaje en los países más desarrollados, donde se tiene mayor acceso a este tipo de dispositivos. En ellos, se ha visto un cambio repentino en el tipo de actividades de ocio: mientras hace 20 años los adolescentes jugaban en la calle, actualmente los jóvenes permanecen en el interior con aparatos que exigen un esfuerzo del sistema visual para fijar la atención durante horas a estímulos cercanos, yendo contra la evolución y crecimiento naturales del ojo.
En busca de un tratamiento que frene la miopía
La estabilización o ralentización de la progresión de la miopía constituye hoy una necesidad terapéutica evidente. Los elevados costes sanitarios, las altas tasas de prevalencia de la patología, el mayor riesgo de complicaciones oculares serias en el miope y el constituir una de las principales causas de pérdida de visión en los países desarrollados, hacen que los beneficios potenciales de una terapéutica que modifique favorablemente el curso de la enfermedad, disminuyendo su intensidad, o incluso previniendo su aparición, sean evidentes y elevados.
Desde que se detectó este alarmante incremento de la población miope, se han iniciado numerosos estudios e investigaciones a nivel mundial para tratar de conocer todas las posibles causas de este aumento y así conseguir evitar en lo posible que continúe su crecimiento y expansión.
Se han desarrollado diversos tratamientos que, en mayor o menor medida, han demostrado contribuir a la interrupción del crecimiento de la miopía. Éstos se engloban en cuatro grandes grupos: fármacos supresores de receptores muscarínicos, lentes de contacto de ortoqueratología, lentes de contacto blandas con desenfoque periférico, además de las ya conocidas lentes de contacto y las gafas.
Las alternativas farmacológicas, aunque son las que han ofrecido mejores resultados, producen muchos efectos secundarios, que imposibilitan su uso crónico a largo plazo e incluso puede haber un efecto rebote cuando se dejan de suministrar.
Estudios en marcha con diferentes tipos de lentes de contacto, ya sean blandas o rígidas, de uso diurno o durante las horas de sueño están mostrando resultados esperanzadores en cuanto a ralentizaciones del orden del 40% en el desarrollo de la miopía, respecto a grupos de control corregidos con lentes de contacto clásicas o con gafas.
La confirmación de estos resultados en estudios controlados y randomizados de mayor dimensión serán cruciales para el éxito futuro de la ortoqueratología nocturna y su aplicación con el propósito de reducir la progresión de la miopía, lo mismo que para confirmar la seguridad y eficacia de las lentes blandas multifocales.
Miopía . Un defecto de visión que podría prevenirse pasando más horas al aire libre
Sara Bueno | 07 de febrero de 2018
En los últimos 50 años, el número de personas con miopía se ha duplicado en Estados Unidos, Europa y en especial en Asia, donde el incremento es aún más alto. Disfrutar del sol no solo es bueno para la salud, también previene este defecto de visión.
Los datos estadísticos son muy claros: en la actualidad, casi el 25% de la población en España es miope. De todas formas, no es tanto como en Estados Unidos, donde la incidencia de miopía en la población está por encima del 40% y, además, ese porcentaje se ha duplicado desde los años 70.
Pero si nos fijamos solamente en los jóvenes de entre 21 y 30 años, este porcentaje en España asciende hasta casi el 50% (47,6%), cifra muy similar a la del resto de Europa. A la cabeza se encuentra Asia, donde en países como China la miopía aumentó en un 450%, pasando de un 20% a que en la actualidad haya una prevalencia del 90% en la población de más de 20 años. Y en Corea, en concreto en Seúl, actualmente el 95,6% de los jóvenes son miopes.
La mayor progresión de la miopía se produce entre los 7 y los 17 años y, aunque no tiene curación ni hay marcha atrás una vez que ha aparecido, en la actualidad la investigación se dirige a intentar detener su aumento. Si una miopía supera las 6 dioptrías ya se considera que puede traer consigo además graves consecuencias de deterioro de visión, sobre todo alteraciones como desprendimiento de retina y otras maculopatías, pero también glaucoma y cataratas.
Se conocen diferentes factores que influyen en la aparición de la miopía. El componente genético es muy importante. Tener uno de los padres miope multiplica por tres la probabilidad de que el hijo tenga miopía y esta cifra aumenta a seis si son miopes los dos. Pero en la vida moderna, a las causas genéticas se han añadido otras ambientales, relacionadas con los estilos de vida que tenemos ahora.
Aunque uno de los factores que los expertos consideran más relevantes es el de la exposición a la luz del día, realizando actividades en el exterior. La exposición a la luz del sol estimula la producción del neurotransmisor dopamina por las células amacrinas de la retina. Y es la dopamina la que controla, frenando, el crecimiento axial del ojo durante el desarrollo. Si no hay suficiente exposición a la luz solar, se inhibe la producción de dopamina y es más fácil que al inhibirse el control del crecimiento del globo ocular se desarrolle la miopía, ya que en los ojos miopes la longitud axial es mayor de lo normal.
Según los investigadores, pasar una media de 3 horas en el exterior, expuestos a la luz del sol (al menos 10.000 lux sería el equivalente a estar a la sombra en un día de sol), es un factor que protege de la aparición y desarrollo de la miopía. Y cuanto más tiempo pasan los niños bajo luz artificial (valores en torno a 500 lux), más fácil es que desarrollen miopía.
Las soluciones que hoy día tenemos a nuestro alcance y que todas ellas han demostrado eficacia en estudios científicos controlados son o bien el uso de colirios, como la atropina, o el uso de lentes de contacto, bien durante la noche (lentes semirrígidas de ortoqueratología) o bien durante el día (lentes blandas con zona periférica de desenfoque miópico).
Así que la pauta a seguir para tratar de frenar esta epidemia que es la miopía debe seguir los siguientes pasos:
1. Pasar más tiempo al aire libre y procurar trabajar menos en cerca. La insuficiente luz natural y una carga visual de cerca excesiva se consideran como las causas principales del crecimiento de la miopía en los países desarrollados. Aunque la vida moderna no favorece este tipo de actividades, se puede conseguir y merece la pena cambiar un poco los hábitos de vida hacia otros menos perjudiciales para nuestra vista.
2. Uso de medicamentos. El medio considerado más eficaz para frenar la miopía es la atropina en colirio al 1%, pero produce tantos efectos secundarios indeseados que su uso está muy limitado. Los últimos datos sobre uso y eficacia de atropina más diluida, al 0,01%, minimiza los efectos secundarios y consigue frenar en un elevado porcentaje el aumento de la miopía. Sin embargo, es necesario seguir utilizando gafas o lentes de contacto al mismo tiempo que la atropina para poder ver bien. Además, hay estudios que documentan un efecto rebote al dejar de usar el colirio, que concluyen que el niño acabará teniendo la misma miopía, aunque más tarde. También existen dudas sobre la seguridad de utilizar el fármaco durante años.
3. Uso de lentes de contacto: es otra opción alternativa o conjunta al uso de atropina. Hay dos modalidades diferentes:
• Lentes semirrígidas de uso durante la noche: Orto-K. Se considera el método no farmacológico más eficaz para enlentecer el aumento de la miopía. Son unas lentes especiales que se usan para dormir, que modifican la forma de la córnea de manera reversible. La ventaja de este método es que, cuando se retiran del ojo por la mañana, se tiene buena visión y no es necesario usar gafas ni lentes de contacto para ver bien durante el día.
• Lentes de contacto blandas multifocales durante el día. Son lentes blandas que se utilizan de manera habitual como corrección durante el día. Tienen un diseño en su zona óptica que combina zonas de diferente graduación. Los últimos estudios muestran niveles de eficacia muy cercanos a los de la Orto-k.
• En ambos casos, hay estudios realizados con resultados satisfactorios en cuanto a la ralentización del avance de la miopía, aunque ambas opciones deben realizarse por optometristas especializados, para evitar los inconvenientes de un mal uso de las lentes de contacto.
• La opción de la terapia farmacológica o la de las lentes de contacto son, por tanto, alternativas a sopesar y evaluar por el oftalmólogo y por el optometrista. Pero el pasar más tiempo al aire libre no es una opción, es lo que en cualquiera de los casos debemos aconsejar. Debe ser un cambio de costumbres adoptado por todos, máxime sabiendo las ventajas que tiene en todos los aspectos de la salud, no solamente la de nuestros ojos.
La causa de que cada vez más personas tengan miopía (y cómo prevenirla)
Se pensaba que tenía relación con las horas de estudio, pero hay algo más importante
Las cifras hablan por sí solas: en los últimos 50 años, el número de personas con miopía se ha duplicado en muchos lugares del mundo, como en Estados Unidos y Europa. Pero en otros territorios, en especial en Asia, el incremento es muchísimo más alto.
En China, por ejemplo, hace 60 años la población miope oscilaba entre el 10 y el 20 %. Hoy, en cambio, más del 90 % de los adolescentes y adultos jóvenes los son. Y en Seúl, capital de Corea del Sur, sufre miopía hasta el 96,5 % de hombres de 19 años. Algunas estimaciones apuntan que al final de esta década hasta un tercio de la población, es decir, 2,5 mil millones de personas, sufrirán de este defecto en la visión, a consecuencia del cual el ojo no refracta correctamente la luz, causando la visión borrosa de los objetos lejanos.
Australia tampoco se salva: se calcula que la cifra de miopes pasará de los 4 millones actuales a los 22 millones de afectados en 2050. Para el profesor y optometrista Kovin Naidoo, director de la entidad no gubernamental Brien Holden Vision Institute (BHVI) con sede en Sídney, estos datos evidencian que la miopía se postula como uno de los principales desafíos de la salud publica en el futuro. Algo así como una epidemia de miopía a nivel global.
"La miopía aparece durante la edad escolar y suele empeorar gradualmente hasta que el globo ocular completa su crecimiento. Lo que causa la miopía es el crecimiento excesivo del globo ocular , el cual se vuelve más largo de lo normal. En caso de que el ojo llegue a medir más de 26 mm, o presente más de 6 u 8 dioptrías, entonces se habla de miopía patológica", explica Manuel Díaz, catedrático de Oftalmología por la Universidad de Valencia y presidente de la Sociedad Española de Miopía.
Esa miopía patológica, añade, "aumenta significativamente el riesgo de sufrir cataratas, glaucoma, desprendimiento de retina y maculopatía miópica. Cabe recalcar que la miopía grave está entre las tres primeras causas de ceguera permanente en el mundo".
Mientras menos tiempo al aire libre, peor visión
Dada la dimensión del problema muchos científicos intentan desde hace tiempo comprender las causas del auge de este defecto ocular, un incremento tan grande que no puede atribuirse únicamente a causas genéticas. "Los cambios genéticos no se propagan tan rápido. Hace falta recurrir a un factor ambiental", dice la doctora Seang Mei Saw, que estudia las vinculaciones entre genética y miopía en la Universidad Nacional de Singapur.
Entonces ¿cuál es el motivo? El camino para averiguarlo no ha sido nada fácil. Hasta hace unos años se pensaba que la causa debía residir en el mayor tiempo que los niños dedicaban al estudio, algo que concuerda con la exigencia académica al alza de los chicos asiáticos. Según datos de la OCDE, los quinceañeros de Shangai dedican unas 14 horas semanales a hacer deberes, frente a las 5 que invierten los chicos británicos y 6 los estadounidenses.
Ya en los años noventa se había establecido una correlación entre el tipo de educación y la miopía tras un estudio realizado con adolescentes israelíes escolarizados en las escuelas talmúdicas judías conocidas como yeshivot. En estos centros las horas dedicadas a leer son mucho más altas y también el índice de miopía. La asociación parecía consistente, a lo que se sumaban las muchísimas horas que los niños del siglo XXI pasan frente a las pantallas de ordenadores, smartphones y tablets.
Sin embargo, los estudios acabaron por descartar que ese fuera el motivo principal. La pista definitiva no llegó hasta 2007, cuando el optometrista Donald Mutti del Colegio de Optometría de la Universidad Estatal de Ohio llevó a cabo una investigación que durante cinco años estudió los hábitos de un grupo de más de 500 niños de 8 y 9 años de edad y con visión sana. Al concluir la investigación, uno de cada cinco niños había desarrollado miopía. Y destacó un factor ambiental asociado a estos: habían pasado mucho menos tiempo al aire libre que los demás.
Unos resultados que, un año más tarde, corroboró la investigación dirigida por la experta en miopía de la Universidad de Tecnología de Sidney, Kathryn Rose, durante la cual el foco de atención fueron unos 4.000 alumnos de primaria y secundaria de la capital australiana. ¿Era la actividad física que llevaban a cabo los niños lo que les protegía de contraer miopía? No. Ni tampoco el tiempo dedicado al deporte o que esos niños pasaran menos tiempo ante las pantallas. O al menos no solo eso. El factor más concluyente resultó ser una mayor exposición a la luz brillante del día.
"La luz solar estimula la producción de dopamina intraocular a través de las células amacrinas de la retina", explica Manuel Díaz. La dopamina es un neurotransmisor que bloquea el alargamiento del ojo durante su desarrollo y se produce sobre todo durante el día. Se estima que si la iluminación es tenue, lo que ocurre en los ambientes de interior, su ciclo se interrumpe, lo que tiene consecuencias en el crecimiento de los ojos.
Al menos 10.000 lux diarios
Ian Morgan, un investigador especializado en la miopía de la Universidad Nacional de Australia en Canberra, estima que los niños necesitan pasar alrededor de tres horas por día bajo niveles de luz de al menos 10.000 lux para estar protegidos contra la miopía, una cantidad de luz similar a la que recibiríamos permaneciendo bajo la sombra de un árbol en día de verano. Algo difícil de igualar en un interior: una oficina o un aula que esté bien iluminada no supera los 500 lux.
En 2009, Morgan se propuso probar si pasar más tiempo al aire libre ayudaría a proteger la vista de los niños chinos. Él y un equipo del Zhongshan Ophthalmic Center lanzaron en Guangzhou un experimento en seis escuelas seleccionadas al azar en las que añadieron una clase al aire libre de 40 minutos de duración al final de cada jornada escolar para los niños de seis y siete años; los niños de otras seis escuelas no tuvieron cambios en el horario y sirvieron como referencia.
De los más de 900 chavales que asistieron a la clase al aire libre, el 30% desarrolló miopía entre los 9 y 10 años, un 10% menos que los alumnos de las escuelas de control. En una escuela de Taiwán, donde se les pidió a los maestros que los niños permanecieran al exterior durante 80 minutos diarios, los resultados fueron mejores. Tras un año, los médicos detectaron miopía solo en un 8% de ellos, en comparación con el 18% de los niños que fueron diagnosticados en una escuela cercana.
Sol y gotas de atropina
"La miopía siempre tiende a progresar. Solo la frena la exposición a la luz solar y las gotas de atropina", dice Manuel Díaz. Díaz es uno de los autores de un estudio científico que está a punto de ser publicado, en el que a lo largo de 5 años se ha podido comprobar que la atropina superdiluida (al 0.01%), aplicada diariamente por la noche, resulta también muy útil para ralentizar la progresión de la miopía. En el 80% de los tratados se consiguió frenar el avance de la miopía, que no aumentó más allá de las 0,25 dioptrías por año.
La atropina es un fármaco que lo que hace, entre otras cosas, es aumentar la producción de dopamina en las células amacrinas de la retina por lo que, en combinación con una correcta exposición a la luz solar, puede ser una herramienta de gran utilidad para controlar este indeseable auge de la miopía en el mundo.
La atropina es un fármaco que aumenta la producción de dopamina en las células amacrinas de la retina
Según el profesor asociado de Oftalmología en la Universitat de Girona Joaquim Tarrús, médico adjunto del servicio de Oftalmología del Hospital Josep Trueta y del Hospital de Olot, hoy por hoy la atropina parece ser la opción más efectiva, aunque su altísima dilución es esencial para evitar efectos indeseables locales, algo que se está monitorizando en la actualidad.
"Hay otras propuestas, como unas lentes de contacto diseñadas para regular el crecimiento del ojo, pero los resultados no son comparables", dice Tarrús, que también resalta la importancia que tiene la exposición a la luz solar en este asunto."Ya sabíamos que en épocas de menor luz ambiental, es decir en invierno, el incremento de la miopía en los niños aumenta más que en verano. Según indican las estadísticas realizadas en Estados Unidos, Australia y en los países asiáticos, que por el momento son muy amplias y poco concretas, la implementación de esos modelos de “educación intensiva” no hacen sino empeorar la situación», añade.
Desde hace mucho tiempo se conocen los múltiples beneficios que el aire libre genera en las personas, en especial entre los más jóvenes. Ahora, el freno de la miopía es otra razón de peso que no deberíamos obviar. Además, como recalca Kathryn Rose, estar al aire libre "seguramente redunda en un aumento de la actividad física, lo que a su vez disminuye la probabilidad de sufrir obesidad y mejora el estado de ánimo", dice Rose. ¡Y es gratis! ¿Qué más se puede pedir?