08/10/2025
"Mami, tendré que dejar el atletismo... Está afectando mis notas."
Mi hija tenía 13 años. Yo cerca de cumplir 50.
Y en ese momento me di cuenta: yo le estaba enseñando exactamente lo contrario de lo que predicaba.
Durante años había dejado de cuidar mi cuerpo. No corría como antes. No me movía mucho. Solo trabajaba: empresaria, madre, esposa, apaga fuegos. Respirar era opcional.
Las libras se acumulaban. La energía desaparecía. El agotamiento era mi estado normal.
Y ahí estaba mi hija, considerando abandonar algo que amaba porque creía que no se podía "tener todo".
Le dije: "Ambas cosas son importantes. Y te lo voy a demostrar."
Me inscribí en el maratón de Gold Coast, Australia. 42 kilómetros. Mi primer maratón a los 50 años.
Ya no había vuelta atrás.
El entrenamiento fue brutal. Viajaba constantemente por trabajo, pero encontraba la manera: hoteles desconocidos, ciudades nuevas, madrugadas interminables corriendo sola.
Me caí. Necesité terapia física. Aprendí a proteger mi cuerpo. Aprendí a sonreírle al dolor.
Pero algo cambió en el proceso.
Dormía mejor. Elegía mejores alimentos. Mi energía se estabilizó. Mi claridad mental mejoró. Mi trabajo no sufrió, floreció.
Descubrí que mi cuerpo no era un obstáculo para mi éxito. Era la base de todo lo demás.
Diez meses después crucé esa meta de 42K sin lesiones. Mi hija estaba ahí.
Hoy ella sigue compitiendo en atletismo a nivel universitario.
Y yo entendí algo profundo: nuestro cuerpo tiene una capacidad de regeneración extraordinaria cuando le damos lo que necesita y conectamos nuestras metas físicas con un propósito mayor.
No necesitas correr un maratón para experimentar esto.
Pero sí necesitas dejar de tratarte como la última prioridad en tu lista.
Tu cuerpo no es un lujo. Es tu fundamento.
TE LEO:
¿Qué está tratando de decirte tu cuerpo últimamente? 👇
SUGERENCIA DEL DÍA:
Hoy, regálale a tu cuerpo 15 minutos de algo que lo nutra: caminar, estirarte, descansar, o bailar.