11/16/2025
Vamos a ser claros: al cuerpo no le gusta sentir incomodidad.
Hará todo lo posible para que no la sientas.
Entonces… ¿Qué hacemos sin darnos cuenta?
La evitamos.
La empujamos.
Nos distraemos.
Nos ocupamos de mil cosas.
Nos encerramos.
O simplemente fingimos que “estamos bien”.
Pero aquí está el detalle importante:
Cada vez que evitas la incomodidad emocional refuerzas la idea de que no puedes manejarla.
Le dices a tu sistema nervioso:
“Esto es demasiado para mí. Esto es peligroso. No lo puedo sostener.”
Entonces el cuerpo aprende:
A colapsar.
A huir.
A entrar en pánico.
A desconectarse de sii misma.
Por eso sanar no es eliminar la incomodidad.
Es entrenar a tu cuerpo a permanecer contigo, incluso cuando algo duele, arde, pesa o incomoda.
Ese es el verdadero trabajo interno:
enseñar suavemente a tu sistema nervioso que sí puedes sostenerte, que no estás en peligro, y que tu cuerpo puede acompañarte en lo que sientes.
Cuando te permites sentir con pausa, con respiración, con presencia, le estás diciendo al cuerpo:
“Estoy aquí. Puedo manejar esto.”
Ese pequeño acto amigo lo cambia todo.
No se trata de sufrir.
Se trata de reentrenar a tu cuerpo a sentirse seguro incluso cuando algo incomoda.