30/05/2020
Si no cambias de dirección, posiblemente termines donde estas yendo.
Lao Tse
La Tierra como organismo viviente ha mandado a la mayoría de la humanidad a pensar a sus hogares. Tenemos la gran oportunidad de reflexionar sobre el rumbo que llevamos como raza, analizando si debemos corregir y cambiar determinados patrones para que nuestro destino no sea el mismo que teníamos antes de la pandemia por Covid-19.
Más allá del bien y del mal, de lo correcto o incorrecto, cuando uno está en determinado punto en el espacio, hay una trayectoria que nos llevó a ese lugar. Vamos a utilizar este principio de la física clásica para aplicarlo al análisis de la situación actual.
La enfermedad en un ser no es más que la posibilidad de cambiar la trayectoria de nuestras vidas. Dejar de hacer lo mismo que veníamos haciendo, en la alimentación, la forma de pensar, la manera de vincularnos emocionalmente, la valoración de los objetos y seres, el trabajo, nuestra relación con la madre tierra y los animales, etc..
En definitiva la enfermedad nos permite cortar con la repetición, tanto sea nuestra como heredada. La repetición sin elegir no es más que el Karma que nombran los antiguos sabios.
La Humanidad entera está en un proceso de enfermedad, así como la tierra por resonancia lo está. El ser humano es hijo del cielo y de la tierra decían los antiguos. Lo que le sucede a la tierra le sucede a sus habitantes, y viceversa.
Teniendo en cuenta estos principios se pueden tratar de cambiar o modificar algunas costumbres para adaptarnos a este momento, fortaleciendo nuestro organismo, para podes sobrellevar este proceso de cambio de una forma íntegra levantando nuestras defensas físicas.
El miedo como motor de nuestras acciones y pensamientos, es el principal factor debilitante de nuestra energía vital. No significa que el miedo en sí mismo sea malo, sino el lugar de director de orquesta que le hemos asignado. El miedo enfría el organismo, desgastando nuestra energía yang, que no es otra cosa que nuestra energía metabólica para todos nuestros procesos vitales, incluidas las defensas. Piensen como se enfrían las extremidades, y el temblor que deviene ante el miedo.
Para elevar nuestra energía vital primero debemos no lastimarla. Nuestros ritmos vitales, nuestro metabolismo, y la dinámica del organismo, va de la mano de la naturaleza, y la fuente ultima de esta energía yang es nuestra estrella, el Sol.
El calor de nuestro cuerpo, los procesos vitales, la contracción de los músculos, el habla, la expresión, todo lo que hacemos en definitiva, es energía prestada del sol. Sí, aunque no lo crean, estamos quemando combustible celular constantemente, que o bien salió de un vegetal que realizo fotosíntesis, o de un animal herbívoro que comió un vegetal, o de un carnívoro que comió un animal herbívoro. Toda energía sale del sol, incluso el petróleo es energía del sol acumulada y concentrada por milenios. Este es el concepto desmitificado de energía.
A la mañana que el sol se eleva, lo mismo sucede con nuestro metabolismo. Debemos elevarlo y alimentarlo como cuando uno cuida un fuego. Los antiguos recomiendan desayunar bien, con comida caliente, no tomar jugos de frutas o frutas como único desayuno. En la antinomia ying/yang, o dinámica de polaridades, las frutas o alimentos crudos en general son ying, fríos, descienden la temperatura corporal, bajan la actividad metabólica. Lo ideal es dejarlos para después del mediodía donde el sol comienza a bajar y nuestro organismo debe seguirlo.
El almuerzo debe ser una comida importante, sin pasarlo por alto, si la persona come proteína animal este es el momento, no puede ser solo una fruta o un tentempié, debe ser una comida completa, caliente y natural. La merienda es un buen momento para comer una fruta de estación. La cena debe ser temprano, liviana, llenar en un 70% la capacidad del estómago. A medida que la edad aumenta, la cena va perdiendo relevancia. Por eso los textos antiguos recomiendan, desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo.
Elegir productos y alimentos que brinda la tierra, sin procesos agregados por el hombre. Los vegetales que sean de estación, son los que están baratos en las verdulerías, si es posible orgánicos.
Se debe comer tranquilo, sentado y despacio, vinculándose visualmente con la comida, en un ambiente sereno. La mejor de las comidas tragada de una forma incorrecta se transforma en algo perjudicial.
Para elevar la energía yang, es excelente un té de jengibre con canela por la mañana. Pero si una persona se enferma de covid-19 automáticamente debe suspenderlo. Incluso si una persona esta resfriada, mientras su moco sea trasparente el té es medicina, pero si se transforma en amarillo, el té de jengibre y canela es perjudicial.
Es importante, a medida que uno va pasando la mitad de la vida, tomar sol. No es necesario exponerse sin ropa, simplemente, de espaldas al sol con un tejido natural sin tomar frío y en un horario correcto. De esta forma el cuerpo, repone su energía yang. Por supuesto, si una persona tiene un proceso de calor interior, por ejemplo una gripe o un coronavirus, NO debe hacer esto.
Para cada cosa hay un momento justo, eso marca la diferencia, no hay alimentos buenos o malos per se, sino momentos adecuados de utilización o no. Los antiguos decían, la diferencia entre el la medicina y el veneno es la dosis.
Por último, lo ideal no existe, por eso somos seres humanos, pero hagamos lo mejor posible según la propia realidad.
LUCIANO NOCETTI D.O.
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