10/10/2025
Cada año, el 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. Pero ¿qué significa hablar de “salud mental” desde una mirada sistémica?
Para la Terapia Sistémica, el término salud mental resulta problemático cuando se usa como si se tratara de un estado individual, interno y medible. Esa idea parte del modelo médico tradicional, que busca localizar el malestar dentro de una persona, como si fuera un órgano enfermo que hay que reparar. Desde esta perspectiva, el sufrimiento tiende a volverse una patología, y el individuo, un paciente que debe “curarse”.
Sin embargo, la Terapia Sistémica propone una forma distinta de pensar el bienestar humano. No entiende los problemas como fallas personales, sino como formas de organización dentro de sistemas relacionales: familias, parejas, grupos o redes que funcionan mediante patrones de comunicación, reglas implícitas y significados compartidos.
Desde esta mirada, la salud mental no es un estado que se tiene o se pierde, sino un proceso vivo de reorganización. Es la capacidad que tiene un sistema humano para mantenerse, adaptarse y encontrar nuevos equilibrios frente a las tensiones inevitables de la vida. Un sistema “sano” no es el que nunca entra en crisis, sino el que puede transformarse y seguir funcionando sin perder completamente su sentido.
La salud mental, entonces, no consiste en la ausencia de conflictos, ansiedad o tristeza, sino en la posibilidad de seguir participando en la vida y en las relaciones aun cuando hay sufrimiento. Es poder comunicarse, pedir ayuda, reconfigurar vínculos y construir nuevos significados que permitan sostenerse y continuar.
Por eso, desde la Terapia Sistémica, hablar de salud mental no implica hablar de diagnósticos, sino de conexiones humanas. Implica mirar cómo las redes de apoyo, los contextos y las narrativas compartidas pueden favorecer o dificultar que las personas se mantengan vinculadas y activas.
Tal vez la verdadera salud mental, desde lo sistémico, no esté en el equilibrio perfecto, sino en la capacidad de moverse con la vida, de reconstruirse una y otra vez dentro de los lazos que nos constituyen.
Creditos: Ps. Guillermo Hugo Gomez (Enciclopedia Sistemica)