26/11/2025
¿Te ha pasado?
Empiezas diciendo: “No le voy a poner pantallas”.
Pero de pronto…
“Es que es contenido para niños.”
“Pero ve cómo se emociona cuando la ve.”
“Pero es educativo.”
“Pero nada más un ratito ”
“Pero necesito terminar algo rápido.”
“Pero llora si se la quito.”
“Pero todos los niños las usan.”
“Pero así se entretiene un poquito.”
“Pero estoy cansado.”
“Pero tengo otros mil pendientes.”
“Pero me deja comer tranquilo.”
“Pero es el único momento en el que está quieto.”
“Pero es que… pues ¿qué hago?”
Y detrás de cada pero hay otra excusa lista para salir.
Porque somos humanos. Porque estamos cansados. Porque criar no es fácil. Porque a veces no vemos otra salida.
Pero aquí viene la parte incómoda:
La evidencia no cambia aunque tengamos mil pretextos.
No importa cuántos “peros” le pongamos… los niños menores de 2 años no deberían estar expuestos a pantallas, y después de esa edad el uso debe ser controlado y MUY supervisado.
Y no es un capricho.
No es moda.
No es exageración.
No es “los pediatras quieren complicarnos la vida”.
Es porque sabemos lo que pasa en su cerebro cuando la pantalla entra antes de tiempo:
• Retrasos en el lenguaje.
• Menos interacción con mamá y papá.
• Alteraciones del sueño.
• Dificultad para autorregularse.
• Menos juego libre, que es lo que realmente desarrolla su cerebro.
• Más berrinches cuando se la quitas, porque su sistema aún inmaduro no sabe manejar ese nivel de estímulo.
Y lo más duro:
Cuando usamos la pantalla como niñera, como la solución rápida, como el salvavidas del día… lo que estamos haciendo es tapar un hueco por un momento, pero dejando otro más grande a futuro.
No se trata de culpas.
No se trata de ser perfectos.
Se trata de entender por qué no se recomiendan.
Porque lo que el niño necesita para desarrollarse lenguaje, juego, contacto, mirada, pausa, paciencia, aburrimiento, exploración ninguna pantalla se lo puede dar, por más “educativa” que parezca.
Sólo necesitas empezar por ahí: dejar de justificar, dejar de negociar con la evidencia y elegir lo que realmente construye, aunque a veces cueste más trabajo.