02/10/2025
La antigua parroquia de Rosario y su entorno (siglo XVIII–XIX). Fotografía ca. 1876 - Autor desconocido.
Rosario, hoy una de las principales ciudades de la Argentina, tuvo un origen humilde y disperso. Durante el siglo XVIII, el caserío se fue formando de manera lenta y desordenada sobre una curva elevada del río Paraná, en un paraje estratégico junto al Camino Real que conectaba Buenos Aires con Córdoba, el noroeste, Santa Fe y Asunción. A mediados de aquel siglo apenas vivían allí unos trescientos pobladores –españoles, indígenas, mulatos y mestizos– agrupados en torno a una precaria capilla de paja, mencionada en 1801 por Pedro Tuella.
En 1757, el vecino Santiago Montenegro donó una fracción de sus tierras para erigir un templo en honor a la Virgen del Rosario, con la intención de darle al culto un marco más digno. Aquella modesta capilla se convirtió en el punto de referencia central del caserío. Frente a ella se trazó una plaza, un espacio vacío marcado apenas por mojones de madera, que pronto se transformaría en el núcleo cívico, religioso y político de la comunidad.
Con el crecimiento paulatino del poblado, en 1823 los vecinos lograron que Rosario fuera reconocida como “villa ilustre y fiel”. Una década después, en 1834, se reconstruyó la iglesia, dotándola de un pórtico de seis columnas de estilo neoclásico y de dos torres cilíndricas que la distinguieron como uno de los edificios más notables de la región.
El verdadero despegue, sin embargo, llegó después de 1852, con la organización nacional impulsada por Justo José de Urquiza y la libre navegación de los ríos, que convirtió a Rosario en el principal puerto de ultramar de las provincias interiores. Ese mismo año el poblado alcanzó el rango de ciudad, y en su plaza central se instalaron las principales instituciones provinciales: la Jefatura Política y el Tribunal de Comercio (1854), la Municipalidad (1860) y, poco después, un monumento a la Constitución (1858), rodeado por rejas de hierro y acompañado de esculturas alegóricas.
La fotografía de 1876 muestra con nitidez este escenario urbano en transformación: la iglesia parroquial al fondo, ya con su imponente fachada neoclásica, y a su lado los edificios públicos que comenzaban a consolidar a Rosario como centro administrativo y comercial. La plaza, con su arbolado incipiente, bancos y faroles, había dejado atrás el carácter rústico de los primeros tiempos para convertirse en un espacio urbano organizado y representativo.
La actual Catedral de Nuestra Señora del Rosario, levantada entre 1882 y 1888 sobre la misma traza del antiguo templo, conserva aún el lugar del altar y del presbiterio original, bajo el cual reposan personalidades destacadas de la provincia. Con su reconstrucción, y con las nuevas edificaciones levantadas en torno a la plaza 25 de Mayo –el Palacio Municipal, la Bolsa de Comercio, el Palacio de Correos y otros–, Rosario terminó de configurar su centro histórico, donde la antigua parroquia se convirtió en símbolo de continuidad y memoria colectiva.
📚 Fuente principal: Alicia Megías, La formación de la ciudad, Museo de la Ciudad, Editorial Municipal de Rosario.