El Centro Gestáltico San Isidro (CGSI) es una institución que difunde el enfoque gestáltico capacitando a profesionales de la salud psicológica, coordinadores grupales de todas las áreas y personas interesadas en su crecimiento y maduración, fomentando el desarrollo personal, en una línea humanista y existencial.
Es dirigido por el Lic. Eduardo Carabelli, acompañado por un gran equipo de profesores, profesionales comprometidos y especializados en cada abordaje.
El enfoque gestáltico es una filosofía de vida y también es una psicoterapia profunda, moderna y eficaz. La Gestalt propone ser conscientes de nuestras experiencias en el presente, haciéndonos responsables de nuestros actos.
Promueve la autoexpresión, la integración del ser, la sanación de heridas emocionales y la superación de bloqueos que interfieran en una vida plena.
Los docentes, líderes de equipos de trabajo, coordinadores grupales, abogados, médicos, enfermeras, terapeutas en general y toda persona que trabaje con otros, podrá capacitarse y entrenarse como agente de cambio, motivador y entusiasta; transformarse en un “ayudador” que se acompañe a sí mismo y pueda hacerlo con los demás, a atravesar situaciones conflictivas, mejorar la comunicación, la convivencia y los vínculos personales y laborales.
Toda persona interesada en la psicología, en su salud integral - cuerpo, mente, emociones, sentimientos, y vínculos con el mundo - en el autoconocimiento y el desarrollo de su potencial y recursos, podrá abrevar del enfoque gestáltico, y llevarlo a su vida cotidiana.
Consideraciones Generales, nuestra filosofía y razón de ser:
La terapia, los grupos de desarrollo personal, los talleres vivenciales... son ámbitos de salud, y no de enfermedad. No hay que estar “mal” o “loco” para acudir a terapia. Eso es sólo un enorme prejuicio, casi siempre basado en el desconocimiento de la experiencia misma. Por supuesto que hay que dar con el terapeuta adecuado con el que podamos construir un lazo basado en la confianza creciente. Pero eso es como todo en la vida... elegimos nuestros amigos y nuestros amores con el mismo criterio.
Es que ocuparnos de nuestro mundo interno, parar de una vez la vorágine automatizada en la que sobrevivimos, para reconocernos como seres que pueden transformarse, es un derecho irrenunciable e... indelegable! Actualizar nuestras imágenes cristalizadas, volviendo a preguntarnos por el sentido y propósito de lo que hacemos, por el lugar donde estamos, por la relación actual que tenemos con nuestros seres queridos o compañeros de trabajo... confrontarnos con las expectativas propias y ajenas, con los mandatos que cargamos... con el objetivo primordial de volver a elegir, confirmar o descartar lo que ya no nos sirve o nos duele o nos enoja... es un trabajo en el mejor sentido de la palabra. Es nuestra responsabilidad... nadie más que cada uno de nosotros, puede hacerlo para sí.
Las clases, son el espacio de interacción y aprendizaje en grupo, y conforma de cierta manera, un “micromundo”... una “gestalt” particular. Allí es donde nos observamos en diferentes situaciones, reconocemos y validamos nuestros talentos y también miramos de frente nuestras debilidades o limitaciones.... integramos nuestras sombras, nos “empoderamos”.
En cada experiencia o ejercicio propuesto, nos permitimos explorar respuestas nuevas a conflictos antiguos... Y fundamentalmente, desarrollamos cada vez más, una mirada amorosa hacia nosotros mismos y más comprensiva hacia los demás.