19/11/2025
Por Jorge Kohen
La Salud de los Trabajadores en el Capitalismo Cognitivo y de Plataformas del Primer Cuarto del Siglo XXI
1. Introducción y Contexto de la Transición Paradigmática
El contexto actual está marcado por la profundización del neoliberalismo y una ofensiva de reformas laborales regresivas cuyo objetivo es desarticular los derechos laborales, precarizar el trabajo y subordinar la vida al imperativo de la rentabilidad. En esta fase del capitalismo cognitivo y de plataformas, el capital se apropia de la inteligencia colectiva, la cooperación y la subjetividad. Ante estas transformaciones, resulta imprescindible abordarlas desde una teoría contrahegemónica en salud de los trabajadores. Este enfoque es crucial para develar las nuevas formas de explotación y el sufrimiento psíquico-cognitivo, denominados los “padecimientos del existir”, que surgen del trabajo inmaterial, la digitalización y la gestión algorítmica del trabajo.
La perspectiva contrahegemónica busca recuperar el sentido emancipador del saber obrero, la autogestión colectiva y la salud, entendida no como una mera adaptación al sistema, sino como un poder de transformación social. Las categorías marxistas, junto con sus actualizaciones, conservan un valor insustituible para comprender el capitalismo cognitivo, ya que permiten desentrañar cómo la plusvalía, el rentismo en las plataformas digitales, la alienación y la fetichización del trabajo se reconfiguran en la era digital. Desde esta óptica, se puede revelar la continuidad del proceso de explotación bajo nuevas formas de subordinación subjetiva y tecnológica.
El mundo laboral en el primer cuarto del siglo XXI se caracteriza por una transición acelerada del Capitalismo Productivo Financiero Globalizado al Capitalismo Cognitivo y de Plataformas. Este nuevo modo dominante rige la producción, distribución, comercialización y la generación de acumulación del capital. Esta transformación se desarrolla bajo el modelo Neoliberal y la dirección política de derechas ultraderechizadas, lo que tiene profundos impactos en la estructura de la clase trabajadora y en la salud. Este pasaje paradigmático reconfigura la morfología del trabajo y sus consecuencias se evidencian en un modo de vida postpandémico, individualista y violento que afecta la totalidad de la existencia de los trabajadores y sus familias, poniendo incluso en peligro la Paz Mundial.
En este contexto, la clase obrera es sometida a una nueva era de precarización estructural del trabajo, marcada por la erosión del trabajo contratado y regulado. Este trabajo es sustituido por formas atípicas, tercerizadas, "voluntarias" o de "emprendedurismo". Esta nueva morfología ha ampliado significativamente el universo del trabajo invisibilizado, potenciando nuevos mecanismos de generación de valor, a menudo bajo la apariencia de no-valor, mediante la intensificación y la auto-explotación del trabajo.
Simultáneamente, surge el infoproletariado o cybertariado (términos usados por Ricardo Antunes y otros). Este es un sector creciente de las clases trabajadoras cuyo desgaste se centra en el aparato psíquico-cognitivo. Es necesario analizar cómo esta nueva configuración capitalista afecta la salud mental y física, enfocándose en el trabajo inmaterial, la gestión algorítmica y el nuevo perfil patológico dominante, donde adquieren relevancia los padecimientos del existir. Este concepto fue formulado conjuntamente con Marite Colovini.
2. El Capitalismo Cognitivo, Trabajo Inmaterial y la Creación de Valor
El Capitalismo Cognitivo implica un cambio paradigmático en la noción de trabajo productivo, donde el saber social general se establece como fuerza productiva inmediata. En este esquema, el trabajo vivo produce no solo mediante la mediación de la máquina, sino también como una relación social que encarna un saber que se mercantiliza. Este modelo se integra con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que facilitan la difusión, la creación de conocimiento y, por ende, la creación de valor. En esta era, el conocimiento se convierte en un bien común cuya valorización genera problemas de apropiación.
Según Vercellone (2007), el capitalismo cognitivo representa la etapa en la que el saber vivo, la cooperación y la comunicación constituyen las fuentes esenciales de valor, y donde la producción tiende a confundirse con la vida misma. El capital se apropia de la inteligencia colectiva y la creatividad social, transformando el conocimiento común en propiedad privada. La acumulación se enfoca en la captura de lo inmaterial, de los afectos y del tiempo vital. En el capitalismo de plataformas, el algoritmo sustituye al supervisor.
El Capitalismo de Plataforma y la Renta Algorítmica
El capitalismo de plataforma, conceptualizado por Nick Srnicek (2017), es la expresión más reciente del capitalismo digital. Se caracteriza por la centralidad de plataformas digitales (Google, Amazon, Meta, Uber, Microsoft), que funcionan como infraestructuras, intermediarios y espacios de extracción de valor. Srnicek las define como “infraestructuras digitales que median entre diferentes grupos de usuarios y que, al hacerlo, extraen, procesan y monetizan grandes volúmenes de datos”.
El valor económico ya no proviene directamente del trabajo productivo tradicional, sino del control de los flujos de información y de las interacciones sociales. Las plataformas convierten la experiencia humana cotidiana —el consumo, la comunicación, el desplazamiento, la atención— en materia prima de la acumulación. Esto implica una reorganización económica global controlada por corporaciones que definen las condiciones de existencia del trabajo y la vida social. Los algoritmos reemplazan a la supervisión directa, configurando un sistema de gobernanza invisible que distribuye oportunidades y jerarquiza a los trabajadores.
El modelo de acumulación de plataforma se sostiene sobre tres pilares fundamentales:
1. Propiedad de la infraestructura digital: Las plataformas poseen los medios de conexión (redes, servidores, aplicaciones) y cobran rentas por su uso.
2. Extracción de datos como fuente de valor: Cada interacción genera información que alimenta sistemas de IA y análisis predictivo.
3. Efecto de red y monopolio: Cuanta más información poseen, más atractivas se vuelven, consolidando su dominio.
El capitalismo de plataforma no solo transforma los mercados, sino también las formas de subjetividad, convirtiendo a los usuarios en trabajadores no reconocidos y a la vida cotidiana en una fuente constante de datos. El trabajo se disuelve en la conectividad, y el trabajador se convierte en una extensión de la máquina digital.
Concentración de Riqueza y el Trabajo Inmaterial
La concentración y acumulación de riqueza en pocos grupos y personas se ha acelerado vertiginosamente a partir de la pandemia. La lista de las personas más ricas del mundo en 2025 está dominada por líderes de empresas tecnológicas como Tesla, Oracle, Meta Platforms, Amazon, Google/Alphabet y Microsoft. Esta estructura reproduce una concentración sin precedentes del capital cognitivo.
Una característica definitoria de esta fase es el trabajo inmaterial, el cual produce simultáneamente subjetividad y valor económico. Este tipo de trabajo, realizado en sectores como publicidad, moda, informática, servicios, bancario, financiero, industria lúdico-cultural y medios de comunicación, satisface y al mismo tiempo constituye la demanda del consumidor. La producción capitalista invade la vida entera de los trabajadores, desvaneciendo las barreras entre lo productivo y lo reproductivo, la economía, el poder y el saber. El trabajo inmaterial produce fundamentalmente subjetividad, creando el ambiente ideológico sostenido en el ciberespacio desde donde se interpreta la realidad socioambiental y política.
El trabajador inmaterial debe trabajar "con todo su ser," ofreciendo su creatividad, conocimientos y empatía. Lo que se exige es el don de sí, expropiando incluso la afectividad del trabajador, lo que resulta en un desgaste generalizado y la entrega de la totalidad de su ser.
Los Padecimientos del Existir: Expropiación de la Afectividad y la Totalidad del Sujeto
En el marco del capitalismo cognitivo y de plataformas, la noción de los padecimientos del existir se vuelve central para comprender la expropiación que el capital ejerce sobre la totalidad del sujeto trabajador. El trabajo inmaterial, que produce simultáneamente subjetividad y valor económico, ha provocado que la producción capitalista invada la vida entera de los trabajadores, desvaneciendo las barreras entre lo productivo, lo reproductivo, el poder y el saber. Al trabajador inmaterial se le exige trabajar “con todo su ser”, ofreciendo su creatividad, sus conocimientos y, crucialmente, su empatía. Lo que se demanda es el “don de sí”, una entrega total que se transforma en un imperativo alienante bajo el mandato del superyó moderno de "goza trabajando". La esencia de los padecimientos del existir radica en que el capital expropia incluso la afectividad del trabajador, transformando esta entrega de energía psíquica y afectiva sin límites en una fuente de desgaste generalizado y en una fuente del capital que acumula. Esta expropiación de la subjetividad se convierte en padecimiento cuando el "don de sí" no recibe el reconocimiento simbólico por parte de la organización o el Otro social (como el algoritmo o la empresa), generando un vacío que hiere la identidad psicológica del sujeto. Esta servidumbre gozosa, donde el trabajador se autoexplota creyéndose libre, se manifiesta en malestares del existir como la angustia difusa, la fatiga mental, la hiperconexión y la pérdida de experiencia corporal.
El Don de Sí Expropiado y el Sufrimiento Ético (Continuación)
Marite Colovini aborda la exigencia del don de sí expropiado enlazándola con Freud en El malestar en la cultura, donde la civilización requiere renuncias pulsionales. El superyó moderno ordena no solo 'trabaja', sino 'goza trabajando'. Dejours complementa esto al señalar que el reconocimiento y el sentido del trabajo dependen de la entrega subjetiva. El 'don de sí' es una condición de valor moral, pero si la institución o el Otro social (usuarios o el algoritmo) no ofrecen reconocimiento (permanecen mudos), ese don se convierte en padecimiento. Esto puede derivar en síntomas psíquicos y el pathos del reconocimiento.
En el trabajo digital y de plataforma, la lógica del 'don de sí' se expande y coloniza la vida entera. El trabajador aporta no solo su fuerza de trabajo, sino también sus datos, atención, emociones y tiempo de conexión. La demanda incesante de presencia, productividad y goce es expropiada y transformada en fuente de capital que acumula. Cuando el reconocimiento simbólico falta, el trabajador experimenta el 'sufrimiento ético': una herida en su identidad psicológica.
3. Tecnocapitalismo y Tecnofeudalismo: Nuevas Formas de Explotación
El avance del tecnocapitalismo predice una disminución de trabajos en manufactura y campo, y un crecimiento en servicios, industria digital, recreación y cuidado, predominantemente en modalidad informal, acentuada por las reformas laborales neoliberales. En este contexto, la Inteligencia Artificial (IA) automatiza tareas cognitivas y físicas (vigilancia de la salud, conducción autónoma, chatbots, robots industriales). Aunque la IA puede reducir la carga repetitiva, estos avances conllevan riesgos importantes para la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST), muchos de ellos aún no visibilizados con suficiente claridad.
El sistema capitalista digital genera nuevos mecanismos de trabajo excedente y expulsa a una multitud de trabajadores (elementos sobrantes, descartables), ampliando la masa de desocupados y subocupados, lo que reduce la remuneración de la fuerza de trabajo globalmente mediante la retracción salarial. Esta intensificación acentúa la dimensión destructiva del metabolismo social del capital.
Existe un debate sobre la naturaleza del nuevo régimen:
1. Tecnocapitalismo: Una etapa avanzada del capitalismo cognitivo donde el valor se basa en el conocimiento y la innovación. Mantiene la lógica productiva basada en la valorización del trabajo cognitivo, apropiándose de una plusvalía más amplia.
2. Tecnofeudalismo: Una transformación más profunda (Varoufakis, Morozov). Las grandes corporaciones digitales se convierten en señores digitales que cobran rentas por el acceso a la infraestructura de la nube y los algoritmos. En lugar de obtener beneficios por la venta de mercancías (plusvalía), extraen renta digital de cada transacción e interacción en sus territorios virtuales. Morozov (2022) señala que las plataformas monopolizan la infraestructura y la vigilancia, configurando un “capitalismo sin mercado”. Varoufakis (2023) caracteriza el sistema como un tecno-feudalismo global, donde las plataformas reemplazan los mecanismos de mercado por feudos digitales y el capital se refugia en la renta algorítmica.
Ambas modalidades coexisten, pero el tecnofeudalismo se sostiene sobre la captura y monopolización del valor social, desplazando el eje de la explotación hacia la extracción de renta digital y la subordinación algorítmica del trabajo vivo.
Las transformaciones del trabajo se manifiestan en tres dimensiones de explotación: A. Captura de datos y autoexplotación digital: El trabajador se explota a sí mismo bajo la ilusión de autonomía. Como advierte Han (2014), “el sujeto de rendimiento se domina a sí mismo, creyendo ser libre”. B. Renta algorítmica y servidumbre voluntaria: Los algoritmos son mecanismos de extracción de plusvalor y control emocional. La figura del prosumer (productor-consumidor) sintetiza esta nueva esclavitud: se produce valor incluso al consumir. C. Colonización del tiempo vital y emocional: El tecnofeudalismo expande la frontera del trabajo hasta la vida misma. No hay desconexión posible; la explotación se vuelve difusa y permanente. Berardi (2017) sostiene que el trabajo inmaterial “absorbe la mente, el afecto y la imaginación, destruyendo los umbrales entre trabajo y existencia”.
4. Precarización Estructural y Gestión Algorítmica del Desgaste
La precarización estructural se consolida mediante la creación de "falsas" cooperativas para reducir remuneración y derechos, el "emprendedurismo" (como forma oculta de trabajo asalariado) y la degradación del trabajo inmigrante. La utilización de términos como "emprendedores," "colaboradores" o "socios" tiene como objetivo principal encubrir estas nuevas formas de explotación laboral intensificadas por la hegemonía del capital financiero.
El trabajo uberizado en plataforma, denominado Infoproletariado o Cybertariado, integra autoempleo, flexibilidad horaria, falta de acceso a la seguridad social y dependencia de las plataformas. La eficacia subjetiva del emprendedurismo en plataformas (como Rappi y PedidosYa) es una respuesta individual a un mercado laboral que integra a cada vez menos trabajadores. El trabajador de plataforma, a menudo joven, identifica la formalidad con "esclavización" y persigue una "libertad" que los derechos formales "no pagan".
El proceso de trabajo en estas plataformas condensa: I. Vigilancia Radicalizada: La gestión algorítmica facilita la vigilancia intrusiva y constante, vulnerando la privacidad. Existen aplicaciones que monitorean el movimiento del mouse del empleado remoto ("paranoia de la productividad"). II. Despersonificación del Explotador: La figura del superior humano desaparece. El explotador se despersonifica en el proceso de trabajo gracias a los algoritmos. La ausencia de un supervisor humano con quien negociar turnos o ascensos provoca que el dinero se erija como el criterio rector del deseo. Esto plantea la pregunta central: "¿Contra quién rebelarse por las propias condiciones de trabajo? ¿En el celular?". III. Gamificación y Meritocracia: La gestión del desempeño se "gamifica" mediante el uso de elementos de juego (puntos, niveles, recompensas, desafíos). La evaluación se terceriza en los clientes y se despersonifica en el algoritmo. Esto impulsa la autodisciplina, la competitividad individual ("se compite contra los otros, pero sobre todo con uno mismo"). Los rankings y promociones premian a los más puntuales, veloces y mejor evaluados, consolidando una subjetividad empresarial.
Intensificación y Aceleración del Tiempo
La jornada de trabajo en plataformas no está regulada, lo que permite a repartidores y conductores exceder las doce horas diarias y las cuarenta semanales. Si el rendimiento depende de las ganancias, la vida se acelera.
La velocidad impuesta por las tecnologías digitales implica un ataque al tiempo de pensar y de llegar a conclusiones razonadas. Esta aceleración y la creciente incertidumbre laboral generan crisis de angustia y deterioran la capacidad humana de comprensión y reflexión. La autonomía de los algoritmos amenaza la capacidad humana de comprender la lógica detrás de las decisiones, privando a los trabajadores del derecho a evaluar los fenómenos y decidir libremente sus destinos. Esto se describe como la gran narcosis de la época actual.
La Morfología Dual y la Ilusión de Libertad
La reestructuración del capital ha configurado una estructura dual y piramidal en el mundo productivo, caracterizada por la informalización creciente y, en el otro extremo, por la mayor intelectualización del trabajo en ramos de alto impacto tecnológico-informacional-digital. A pesar de esta heterogeneidad, coexiste una homogeneidad dada por la precarización estructural.
La tabla de estratificación del trabajo muestra los impactos dominantes en la salud:
• Cúspide (Ultra-cualificado): Sufre presión mental, tecnoestrés y riesgo de agotamiento (burnout) debido a la difuminación de límites entre vida laboral y personal.
• Polo Medio (Infoproletariado/Hibridez): Padece la expropiación de la subjetividad y afectividad, fatiga, trastornos del sueño, crisis de angustia, deterioro de la capacidad de pensar y desgaste musculoesquelético intensivo.
• Base (Informalidad/Precariedad): Sufre desperdicio de vida y salud, descompensaciones psiquiátricas individuales, desinterés y expulsión del trabajo.
El trabajo estable está siendo sustituido por modos más variados y diversificados de informalidad (trabajo atípico, tercerizado, "cooperativismo", "emprendedurismo"). Estos modos de ser de la informalidad incluyen a trabajadores tradicionales, asalariados no declarados y autónomos que son reinventados por las empresas capitalistas para obtener plusvalía.
La ilusión de libertad en el trabajo de plataformas (elegir cuándo conectarse, cuánto tiempo trabajar) es engañosa. El algoritmo establece reglas invisibles, jerarquiza y penaliza. La sensación de autonomía encubre la autoexplotación. El tiempo libre se percibe como pérdida económica, y el cuerpo debe rendir al máximo para “hacer más dinero”. Esta preferencia por la libertad frente al encierro de la fábrica es un efecto del nuevo orden psicopolítico (Han, 2014), donde el poder se internaliza en forma de rendimiento. El trabajador se convierte en su propio empresario y carcelero. La aparente libertad es una servidumbre voluntaria digital, donde el algoritmo sustituye al capataz y la ilusión de autonomía reemplaza la conciencia de clase.
5. La Salud Mental y los Padecimientos del Existir
La reconfiguración del trabajo ha modificado el perfil patológico: el desgaste se centra en el aparato psíquico-cognitivo, haciendo que los padecimientos del existir dominen el perfil patológico de la población. El sufrimiento subjetivo ha ocupado el lugar central que antes tenían los trastornos corporales derivados del desgaste físico.
Marcos Teóricos del Sufrimiento
Freud, en El malestar en la cultura (1930), establece que la cultura, al reprimir las pulsiones, genera una fuente permanente de sufrimiento. El individuo internaliza la prohibición a través del superyó, transformando la agresión en culpa dirigida contra sí mismo. Este marco complementa la noción de padecimientos del existir al mostrar que el sufrimiento psíquico deriva de la forma en que la cultura somete la subjetividad a ideales de control y rendimiento, anticipando la autovigilancia y la autoexplotación del capitalismo de plataformas.
Los trabajadores padecen porque la carga psicológica y mental exige aportar su conocimiento, subjetividad y afectividad como fuerza laboral. La presión mental aumenta por la descalificación permanente, la estigmatización mediática, la gestión por objetivos, las interrupciones constantes, y la alarmante precariedad del empleo.
El colectivo de la revista Topía subraya que el tecnocapitalismo no solo reorganiza la economía del trabajo, sino que reconfigura la economía libidinal y el aparato psíquico. El poder se ejerce a través del goce y la autoexplotación: “ya no hay jefes, hay aplicaciones que nos hacen rendir con entusiasmo”. El trabajador incorpora el dispositivo técnico (el smartphone) como una prótesis biopolítica que se infiltra en la atención, la memoria y el deseo, un tipo de servidumbre gozosa. El trabajo inmaterial “produce subjetividad y padecimiento a la vez”. El resultado son los malestares del existir: angustia difusa, fatiga mental, hiperconexión y pérdida de experiencia corporal.
El concepto de padecimientos del existir describe formas de sufrimiento estructurales que exceden lo laboral, expresando la tensión entre el deseo de autonomía y las nuevas dominaciones. En diálogo con la psicodinámica del trabajo de Christophe Dejours, se entienden como el resultado del conflicto entre el placer de hacer bien el trabajo y la violencia de la organización.
Dejours distingue tres categorías centrales:
1. Sufrimiento y defensa: La organización del trabajo puede transformarlo en sufrimiento patógeno si niega la elaboración colectiva del malestar.
2. Reconocimiento y subjetividad: La salud mental se sostiene en ser reconocido como sujeto del trabajo. En las plataformas y entornos algorítmicos, el reconocimiento se sustituye por la evaluación cuantitativa y el aislamiento subjetivo.
3. Normalidad y patología social: La normalidad laboral en el capitalismo cognitivo puede incluir formas de violencia simbólica naturalizadas, como la autoexplotación y la precarización afectiva, interpretadas como una patología social del existir.
Patologías y Síntomas Ignorados
El Sistema de Riesgos del Trabajo hegemónico y legal no reconoce jurídicamente nuevas patologías, como el Burnout, la Depresión, el Estrés, el Mobbing y el Karoshi (muerte por exceso de trabajo), haciendo de la salud mental una problemática prioritaria.
Los síntomas de los padecimientos del existir son extensos, incluyendo tristeza, depresión, fatiga crónica, insomnio, ansiedad, crisis de angustia, falta de atención o memoria, aislamiento, problemas psicosomáticos (gastritis, migraña), pensamientos suicidas y abuso de sustancias problemáticas (adicciones).
La degradación de las condiciones laborales, al agotar, exasperar y enfurecer, es el contexto de brutales descompensaciones psiquiátricas individuales que se manifiestan en desinterés, ausentismo y expulsión del trabajo. La crisis en salud mental es una crisis social y sanitaria sin precedentes, acompañada de índices de pobreza e indigencia nunca vistos y un sistema de salud colapsado.
Massimo Recalcati describe el cambio psicopatológico de la modernidad como la Clínica del Vacío, una clínica de la falsa adaptación y la normalidad. A diferencia de la psicosis clásica, estas nuevas patologías (que Lacan llamó “psicosis sociales”) no rompen con la realidad, sino que prevalece su asimilación acrítica al orden establecido. La ilusión de la libertad y la salida individual fomenta estas problemáticas.
6. La Emancipación como Recuperación del Poder Colectivo
Marx (1974) observó que, aunque la producción capitalista es cuidadosa con el trabajo materializado en mercancías, más que cualquier otro modo de producción, malgasta seres humanos, desperdicia carne y sangre, dilapida nervios y cerebros. Este desperdicio de vida y salud es un fruto directo del carácter social del trabajo bajo el capital.
Frente a la lógica destructiva del capital, la emancipación se presenta como la reapropiación del poder colectivo y la salud. Para Negri y Hardt (2000), en el trabajo inmaterial, el “intelecto general” se convierte en la fuerza productiva principal, generando un terreno donde la producción excede el control del capital y abre un espacio para la autonomía.
La emancipación no es liberar al trabajo de las máquinas, sino reapropiarse de la cooperación social que el capital intenta capturar. El trabajo inmaterial, al producirse en red, basado en la comunicación y de modo cooperativo, lleva en sí la posibilidad de una autoorganización colectiva que trasciende las mediaciones capitalistas. Ejemplos de esta organización son las Empresas Recuperadas en Argentina (Zanon, FaSinPat, Hotel BAUEN).
Jorge Alemán (2017) introduce la noción de emancipación como el acto de sostener el resto no capturable por el capital, aquello que escapa a la lógica de la mercancía. En el sentido marxiano, la emancipación implica la superación de la alienación y la construcción de una forma de vida liberada de las dominaciones del capital. Paulo Freire (1970) entendió la emancipación como un acto pedagógico y político de concientización, donde los oprimidos desarrollan la capacidad de leer críticamente la realidad, destacando que “nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo: los hombres se liberan en comunión”.
Desde la epidemiología crítica, Jaime Breilh (2013) plantea que la emancipación implica la “recuperación del poder de los pueblos sobre sus procesos vitales”. Esto orienta la salud hacia la justicia social y la autodeterminación colectiva. La salud, en este marco, se concibe como praxis de libertad.
En la salud de los trabajadores, la emancipación es la posibilidad de que los trabajadores produzcan conocimiento sobre su propia experiencia laboral y las condiciones que determinan su salud. Se opone al modelo tecnocrático del riesgo, implicando la construcción de un saber situado, colectivo y contrahegemónico.
7. Conclusiones y Desafíos Estratégicos
El Capitalismo Cognitivo y de Plataformas impone su curso articulando lo moderno (IA) con lo arcaico, intensificando el binomio explotación-expoliación. Las nuevas formas de explotación digital buscan invisibilizar y fragmentar aún más a las clases que viven del trabajo, dificultando las luchas colectivas y sindicales. A pesar de la heterogeneidad laboral a escala global, persiste una homogeneidad dada por la precarización estructural.
El desgaste psíquico-cognitivo domina las prioridades de la investigación científica en Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (CyMAT), la aplicación en Servicios de Salud y Medicina Laboral, y define las estrategias sindicales y de movimientos sociales.
El desafío crucial para las clases que viven del trabajo es enfrentar esta fragmentación y encontrar caminos para constituirse en un sujeto colectivo autónomo con organización y poder político. La nueva morfología del trabajo es también fuente de nuevas acciones y luchas, base social para reinventar un nuevo modo de vida.
Frente a la destrucción de la humanidad, el imperativo es redescubrir la emancipación. La salud, según Floreal Ferrara (1975), es la capacidad de resolver conflictos e impulsar la modificación de la situación física, mental o social. Solo a través de la lucha y el compromiso se puede impedir que la sociedad capitalista aprisione a los trabajadores en el privilegio de la servidumbre.
La lucha por la salud no debe reducirse a la resistencia individual. Requiere la reconstrucción colectiva de un saber obrero capaz de disputar el sentido mismo del trabajo y de la vida. Emanciparse implica reapropiarse del conocimiento y de la potencia creadora que el sistema captura para transformar en renta. Reinstalar el debate sobre la salud en el corazón del conflicto capital-trabajo es recuperar la posibilidad de pensar el trabajo como fuente de creación y emancipación. En este horizonte, la lucha por la salud de los trabajadores se inscribe como una lucha por la humanidad misma, por la reapropiación del tiempo, del cuerpo y del saber expropiados por el capital.