31/12/2021
Celebración de fin de año
Este es un instante que se vive festivo por excelencia, pero Celebrar... es dar también el comienzo al ritual. Como ceremonia con connotaciones religiosas, como ciclos de cierre o renovación, y tenemos también que hablar de la presión social de estas fiestas, como empuje a la felicidad. Por eso es que nos permitimos reflexionar críticamente, poniendo el pensamiento a la acción de construir, de leer las fragilidades sociales que hay, y nos damos la oportunidad para reconocer lo que no se quiere, para hacer aún con temor, y para no condenarse por errar. Recuperando nuestra capacidad contemplativa para compensar nuestra hiperactividad destructora.
Un fin de año o el comienzo del nuevo nos pulsa a tener que definir los balances de lo que hemos hecho y lo que faltó. Ahora bien, el psiquismo nunca obedece al tiempo calendario, goza de su propia lógica.
Sabemos de todos los esfuerzos y uso de energía que nos demanda la pandemia que vivimos, conscientes de quienes han perdido sus proyectos, los que han tenido que sobreponerse a las adversidades, los que no han podido recuperarse de la fatiga o se obligan a seguir y quienes están avizorando una mejor salida.
Por ellos tomaremos un aspecto a analizar: la soledad.
En soledad se carece de máscaras y se vive acorde al juicio más íntimo. Aunque estemos rodeados de gente y de formas de comunicación, existe un alto grado de aislamiento.
Constatamos que el aumento de formas de construir hogares unipersonales, diversas y nuevos tipos de familias, la multiplicidad de formas de lazos de amor, la precarización en los proyectos de trabajo, la transformación virtual del trabajo como distónica a la fuente de encuentros que era, el frenesí cotidiano de la ciudad y la siempre creciente tendencia a relaciones personales más fugaces con menos responsabilidad sexoafectiva, son componentes que podrían incidir en el aumento imparable de la soledad.
Según Robert Lang de la Universidad de Nevada “Las Vegas”, un número considerable de personas acabarán viviendo solas en algún momento de su vida, ya que cada día la gente se casa más tarde, si es que lo hace, -no teniendo vigencia plena este estatus social como en otros tiempos-, las tasas de divorcio aumentan y las personas viven más. Se extrae de su artículo que la prosperidad también fomenta este estilo de vida, elegido en la mayoría de los casos voluntariamente por el lujo sin género que representa.
Y con la descripción de este contexto vamos a tomar dos puntos de vista sobre este tema:
Por un lado, la sociedad que te obliga a estar enormemente pendiente del afuera, y por el otro los espacios de soledad que representan la única posibilidad de contactar otra vez con uno mismo.
Y hay que diferenciar el aislamiento, el estar solo y el sentirse solo.
El aislamiento incide tanto en el estilo de vida, como de manera clínicamente significativa en el bienestar psicológico, desembocando en problemas de hostilidad, resentimiento, y en ocasiones en cuadros de depresión, tristeza, y ansiedad. En ocasiones, se da claro en el aparente aislamiento tecnológico, el chat vacío de vínculos, la autosuficiencia y la desconexión social se transforman en objetos de atención.
La soledad como circunstancia es el encuentro consigo mismo, ofrece un lazo témporo-espacial reparador de reposo, donde habita el sosiego. Los espacios de soledad representan una posibilidad de ligar los aspectos concomitantes de representación y afecto con uno mismo. Generando capacidad de expresar y la apertura para recibir afecto. Así también son espacios de soledad facilitadores para la creación o meditación sobre ideas de invención.
El sentirse solo o esa soledad no deseada, nos aboca a reflexionar en los cambios y transformaciones, que de manera estructural, se están produciendo actualmente en nuestra sociedad. La soledad emocional no deseada provocada por el déficit en las relaciones significativas, viran a soledad social, haciendo referencia a la falta de pertenencia a un grupo.
Ahora bien, quienes nos leen acordaran que la soledad es mucho mejor que el hecho de sentirse mal acompañado y que la sensación de soledad que se experimenta al estar en pareja o con gente, es altamente desconcertante.
Es por ello que los filósofos plantearon desde siempre que el sentimiento de vacío existencial es un problema real. Y ante esto decimos que no todos le sacan brillo a la soledad, pero es necesario poder respetar esos modos.
¿Qué pasa con nuestra trama social? ¿Qué tipos de personas somos hoy? Son preguntas que nos interpelan en los análisis para relanzar modos de vivir singulares con posibilidades de lazo social, y desarrollo de empatía social. Ya que si logramos tolerar el vacio y el aburrimiento seremos capaces de la invención de algo nuevo.
Conjuntamente con la ciudadanía, en interdisciplina con otras y otros profesionales, compartimos que la construcción e interrelación con las redes de apoyo social, es esencial para romper con las barreras de aislamiento que surjan y lograr más salud mental.
Por ello ¿dónde quieras estar? en lo venideros tiempos, a partir de hoy, puedes empezar. Hacer de este año el lugar donde quieres estar según tus tiempos y con el debido respeto de tus procesos.
Sabiendo que el equilibrio configura a una persona valiosa y segura, tanto a nivel personal como en relación con las personas que la rodean, con capacidad psicológica y funcional transformando el entorno cultural y personal.
Según las letras de Catón: “Nos olvidamos de que nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo”. No demonicemos, en tiempos de efímera inmediatez, con culpa y subestimación a quienes eligen la soledad.
A direccionar correctamente los esfuerzos en este año naciente.
Referencias Bibliográficas
-Byung-Chul, Han, (2017) La Sociedad del Cansancio. Editorial: Herder 2ª Ed.
-Lang, Robert. recuperado en:
https://www.google.com/amp/s/elpais.com/elpais/2015/01/29/buenavida/1422546931_773159.html%3foutputType=amp