18/04/2022
EL CUENTO, UN JUEGO DRAMATICO POR LA MEDIACION DEL LENGUAJE
El tiempo del cuento nos permite hacer la conexión con los juegos de reaseguración profunda por la vía corporal y la reaseguración profunda por mediación del lenguaje
La historia se narra en dos registros:
- Uno sobre el aumento de la angustia que da un valor dramático a la narración a partir de los temas del miedo a ser devorado, mordido, desgarrado, cortado en pedazos, perseguido, atrapado, encerrado, abandonado, perdido, tantos temas del inconsciente que se refieren a la angustia de persecución y de ser destruido, así como a la angustia de pérdida de la madre.
- La otra, sobre el retorno a bases de reaseguración creadoras de seguridad emocional. En efecto, es muy importante que el héroe de la historia con el que se identifican los niños, sobreviva y triunfe del agresor (el lobo, el ogro, la bruja, los fantasmas, y otras fantasías agresivas imaginarias)
HISTORIAS PARA CRECER
El pensamiento mágico del niño traduce su modo de acercarse a la realidad.
El niño antes de los 6/7 años entrará con facilidad en el mundo de los cuentos donde se entrelazan lo fantástico, procedente del pensamiento originario y la realidad.
Los niños aprecian los cuentos, encuentran la violencia y sus excesos, y según Bruno Bettelheim (1976): «aquí es donde viven los beneficios de los cuentos, ya que su contenido correspondería al universo del psiquismo infantil en contacto directo con sus angustias y miedos primitivos inconscientes derivados de la agresión oral de la soledad, del abandono o de la muerte»
Gracias a los sustitutos simbólicos en los cuentos, los niños encuentran una salida a sus miedos y el héroe siempre tiene la capacidad de triunfar. La victoria es para los buenos. Es el héroe el que triunfa y que aporta al niño el consuelo y la seguridad de que puede vencer sus miedos, sus angustias mediante un proceso de identificación con los héroes triunfantes.
Todo gira en torno a las fantasías orales del miedo a ser devorado y destruido, de la angustia por la pérdida de la madre, del miedo a ser abandonado, que a menudo obsesiona y aterroriza al niño.
Por lo tanto, el niño juega a perder sus límites de seguridad porque los tiene en él para encontrarlos mejor y reasegurarse mejor. Por ejemplo, en el «yo no tengo miedo» o en «jugamos a asustarnos», hay un deseo de crecer, de superar la angustia de todos los momentos dolorosos de la vida. El niño crea una ilusión de poder a través de identificaciones mágicas que exorcizan el miedo real.
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