18/11/2025
🥀 “Frankenstein 2025 no habla de monstruos… habla de esas heridas internas que nadie tuvo el lenguaje emocional para reconocer.”
Hay películas que no solo se observan: se activan en el cuerpo, en la memoria y en las emociones profundas. Frankenstein 2025 es una de ellas. Y solo quienes la han sentido pueden comprender que, en realidad, la criatura nunca fue una amenaza… fue un reflejo de lo que ocurre cuando el mundo no sabe acompañar un dolor.
La historia no nos muestra a un ser aterrador, sino a un sistema emocional recién nacido que no tuvo contención. Un corazón que abrió los ojos buscando un vínculo y encontró miedo. Que extendió la mano pidiendo conexión, y recibió rechazo.
Y entonces surge la pregunta esencial, esa que escucho tantas veces en los procesos de coaching:
¿Qué le pasa a una persona cuando su dolor no es validado, visto ni escuchado?
Del Toro nos recuerda que el verdadero horror no está en la apariencia de la criatura, sino en la experiencia de soledad que la rodea. En ese abandono que fragmenta la seguridad interna. En esa desconexión que convierte una necesidad de amor en una respuesta protectora, defensiva, a veces agresiva.
Porque no es la diferencia lo que hiere…
es la falta de un vínculo que acompañe esa diferencia.
Desde la mirada de la PNL, la película es una metáfora clara:
los “monstruos” no nacen; se forman a partir de interpretaciones, ausencias, modelos emocionales y experiencias que el inconsciente registra sin filtros.
La criatura encarna a esa parte de nosotros que llegó al mundo vulnerable, que no pidió las heridas que recibió, pero que tuvo que adaptarse para sobrevivir emocionalmente.
Ese niño que no fue escuchado.
Ese adolescente que se sintió invisible.
Ese adulto que aprendió a protegerse con la misma dureza con la que fue tratado.
Y ahí aparece la revelación más profunda:
cuando nadie modela el amor, el miedo ocupa el espacio.
Cuando nadie enseña a pertenecer, la rabia se vuelve el lenguaje.
Frankenstein 2025 es un espejo incómodo.
Nos invita a revisar cuántas veces contribuimos sin querer al dolor de alguien… o cuántas veces reforzamos la creencia equivocada de que ser diferente es un error.
Sigue