07/01/2021
Hacer yoga al aire libre
disfrutar de la luz natural y del aire fresco nos aporta numerosos beneficios. Mientras hacemos las asanas, tu cuerpo ya se llena de vitalidad, disminuyen tus niveles de estrés y tu cerebro aumenta su capacidad de concentración.
Por muy bien acondicionada que esté cualquier sala en la que acostumbres a hacer yoga, nada es comparable a levantar la vista y ver el cielo azul o las copas de los árboles; que veas estos mismo árboles al mirar al frente y que puedas sentir el aroma de la naturaleza. Nunca te vas a cansar de lo que veas, porque estará en continuo cambio según la hora del día, la temperatura…
Escuchar el sonido de la naturaleza
Disfruta de todas las melodías que la naturaleza tiene que ofrecerte: el canto de los pájaros, el sonido del viento y de las hojas al moverse, las olas del mar, e incluso el murmullo de la gente al pasar o un coche inesperado son bienvenidos a esta selección de “música ambiental”.
Tienes que amoldarte al suelo irregular y a los sonidos ambientes que pueden ser imprevisibles. La temperatura también es variable, así como las rachas de viento por sorpresa o las nubes inesperadas. Todos estos factores no harán más que elevar tu nivel de concentración y aprovecharás al máximo tu sesión de yoga.