29/10/2025
Los médicos recetamos fármacos que conocemos poco,
para tratar personas que conocemos poco,
intentando resolver problemas que también conocemos poco.
La medicina moderna está llena de algoritmos y ensayos clínicos,
pero vacía de certezas absolutas.
Porque lo humano no cabe en un protocolo.
Porque el cuerpo no es una máquina.
Y porque cada paciente es un universo irrepetible.
Nos formaron para actuar como si supiéramos todo.
Para recetar con seguridad absoluta.
Para prometer soluciones.
Pero la realidad es otra: nos movemos en la niebla de la incertidumbre.
Y solo cuando abrazamos esa niebla con conciencia,
compasión y humildad,
se vuelve un arte sagrado.
La verdadera medicina nace cuando un alma humana se encuentra con otra.
No cuando aplicamos fórmulas, sino cuando escuchamos.
No cuando recetamos, sino cuando presenciamos al otro.
Y así, aprendemos a sanar: no desde la omnisciencia,
sino desde la coherencia, la presencia y la verdad.
Adrián Gaspar