Creo que fuí predestinado para la Cirugía Plástica y Reparadora. Con apenas 17 años, viajé desde San Juan, mi provincia natal, para incorporarme a la Universidad de Buenos Aires. En 1978, cursaba Cirugía en el recordado Hosp. Siendo apenas un estudiante de 21 años, fui indicado por el Dr. José Robles, uno de los plásticos de vanguardia, para ayudar a un residente en cirugía plástica. Seguí mi plan de formación, y en el año 1982, a punto de completar mi residencia en Cirugía General, volví a verme con Robles. Él me aconsejo el posgrado de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, que duraba 3 años y fue el molde en el que se han inspirado todos los posgrados universitarios de la actualidad. Era muy estresante, ya que sólo ingresaban cuatro por año. ¡Recuerdo como si fuera ayer la mesa académica!, presidida por el Dr. Spadafora; quedaron bien impresionados, cuando les recalqué que era cuyano, deseaba adquirir una buena formación y volver a mi tierra. Ingresé y, hasta el 86, ya graduado como especialista, quedé un año más en Cirugía Plástica del Hosp. De grandes maestros como Robles, Flaherty, Maquieira, Herrera, Fernandez Humble, Juri, Nacif Cabrera y Lubertino, del Hosp Santojanni, obtuve lo mejor que ellos podían brindarme para mis pacientes. Trabajo en Servicio de Plástica y Terapia de Quemados del Hosp. Lagomaggiore desde hace 20 años en la Terapia de Quemados. En 2002, fui escogido por mis colegas como Coordinador del Servicio. Soy un privilegiado por hacer lo que me gusta y ayudar a que la belleza y las proporciones se puedan lograr, aliviando al que sufre por ello. Siempre privilegio la relación médico-paciente. Una vez, una paciente colombiana, casada con un mendocino que reside en California, me dijo por qué me elegía, pues ella teniendo todo listo para operarse allá, canceló todo al enterarse que el médico en quién ella había confiado, quién la atendió inicialmente, no sería quién la operaría. También desde 2002, comencé con atención de pacientes chilenos. Me incorporé por cierto tiempo, a Clínica Orlandi, en Las Condes de Santiago. Fue una gran experiencia, y aún hoy recibo saludos y derivaciones de aquellos pacientes. Soy un amante de la naturaleza, comparto con mis hijos actividades "outdoor", hasta donde me acompañe señal de celular, pues siempre estoy, si un paciente me requiere.
