10/09/2025
Alfonsina y Quiroga: el eco de un mismo dolor
El suicidio no siempre se vive en silencio. A veces aparece envuelto en palabras.
Alfonsina Storni, una de las voces más potentes de nuestra poesía, antes de caminar hacia el mar en 1938, envió a un diario porteño su poema “Voy a dormir”. No fue solo un adiós íntimo: fue un mensaje público, un último intento de que su dolor se transformara en arte, en palabra, en huella.
Su amante y gran amigo, Horacio Quiroga, también eligió su salida un año antes, bebiendo cianuro tras enterarse de que tenía cáncer. Lo curioso —y doloroso— es que la vida de Quiroga ya estaba marcada por muertes trágicas: su padre, su madrastra, un amigo… El destino parecía repetirse como si lo arrastrara.
Estos gestos nos muestran algo que pocas veces nombramos:
🔹 El suicidio no es solo un hecho clínico, también es cultural, poético, histórico.
🔹 Muchas personas dejan escritos, cartas, poemas… como si el acto de morir también necesitará ser compartido.
🔹 No buscan desaparecer sin más: buscan ser entendidos, escuchados, reconocidos en su dolor.
Alfonsina y Quiroga nos recuerdan que, detrás del suicidio, hay siempre un eco: el de la herida que quiere ser mirada, la palabra que no encontró refugio en vida, la necesidad de dejar una marca antes de irse.
🌊 Y quizá la mayor enseñanza sea esta: lo que no se dice, se repite. Lo que no se escucha, se transforma en eco. Hablar del suicidio no es invitar a él, es invitar a la vida. Es reconocer el peso del dolor y, al mismo tiempo, la fuerza de seguir encontrando sentido. #