03/07/2025
Los niños y niñas mantienen en sus primeros años la unión a la fuente original.
No comprenden la ilusión de separación que crea la mente - ego de los adultos.
Sienten lo que sus cuidadores sienten. Son parte inseparable de ellos. Perduran en fusión emocional.
Aman incondicionalmente porque toman toda la información de sus padres tal y como es, sin filtros de juicio, sin atenuantes.
Están al servicio de ellos y del sistema al que pertenecen.
Las escrituras sagradas alientan mirar a los niños para aprender de ellos y de esa manera “traer el cielo a la tierra”.
Un adulto en lucha, resistencia o negación es incapaz de mirar a un niño o niña. No lo ve porque proyecta en el/ella sus necesidades insatisfechas. Reclama que puedan aliviar su dolor. El mismo dolor que perpetúa a la espera de lo inconcluso.
Ellos nos enseñan que:
El AMOR es la respuesta. No importa la pregunta.
¿Por qué? - Pregunta la mente.
Por amor. - Susurra el corazón
¿Para qué? - Insiste temerosa
Para amar. - Responde el alma, casi como un eco.
¿Cómo? - Duda la razón, resistiéndose al mensaje.
Rindiéndote ante lo inevitable. Entregándote a la voluntad de algo mayor.
Amar significa: Te acepto tal y como sos, renuncio al deseo de cambiarte. Te tomo y asumo la oportunidad del aprendizaje que me brindas. Me inclino ante vos para que puedas mostrarte en libertad ante todo aquel que quiera reconocerse a través tuyo.
Podés aplicarlo a un hecho significativo de tu vida, una crisis, tu historia o la historia de tus antepasados, tus amigos, parejas, ex parejas, hijos, compañeros de trabajo o cualquier persona que te despierte admiración como también aquella que te incomode.