Andreaweberchamana

02/12/2025

fragmento

30/11/2025

Sabías que no es lo mismo biodescodificación que biodesprogramación? 🤯
🔍 La biodescodificación busca comprender el origen emocional de un síntoma o conflicto.
🧠 La biodesprogramación va un paso más allá: trabaja en reprogramar esas memorias para liberarlas.
Ambas herramientas nos invitan a mirar hacia adentro, sanar y transformar nuestra vida desde la raíz. 🌱
¿Con cuál resonás más?

27/11/2025

Dicen que la forma en la que llegamos al mundo marca huellas en nuestra manera de vivir…
🌱 Nacer de forma natural se relaciona con la confianza y la fluidez.
⚡ La cesárea puede traer aprendizajes de adaptación y fuerza ante lo inesperado.
💧 El parto en agua conecta con la calma y la sensibilidad.
Cada nacimiento es un portal y deja su impronta en nuestra historia. ¿Reconocés algo de vos en cómo llegaste al mundo?

25/11/2025

A veces, en medio de una discusión, siento como una voz interna me empuja a soltarlo todo sin filtro. Esa urgencia de querer tener la última palabra, de exponer mi verdad sin medir las consecuencias. Pero con el tiempo aprendí que lo que digo no se lo lleva el viento… queda en el corazón del otro, y también en el mío.

He descubierto lo necesario que es poner templanza en mis palabras. Respirar antes de hablar, hacer un pequeño silencio que me permita elegir. Porque sé que un comentario lanzado desde la rabia puede dejar cicatrices, y que a veces lo que buscamos aclarar termina convirtiéndose en un abismo.

Hoy me pregunto, cada vez que discuto: ¿esto que voy a decir construye o destruye? ¿Acerca o aleja? Y en esa pregunta encuentro un espacio de libertad. No se trata de callar lo que siento, sino de elegir cómo expresarlo. Porque puedo hablar con firmeza, pero también con respeto; puedo ser clara, sin ser hiriente.

El después siempre llega. Y con él, la memoria de cómo nos hablamos. Yo elijo que mis palabras no sean un veneno, sino un puente. Porque una vez que se sueltan, ya no hay marcha atrás.

Que tengas un lindo día!

Andrea Weber

23/11/2025

Hay una forma de amor silenciosa, pero inmensa:
ser considerado.

Que alguien te tenga presente en lo que hace, en lo que elige, en lo que decide.
Que no te nombre solo cuando estás, sino también cuando no estás.
Que piense en vos antes de actuar, no por obligación, sino por amor.

Eso es cuidado.
Eso es respeto.
Eso es amor real.

Porque en un mundo que muchas veces va a las corridas, ser tenido en cuenta es un acto sagrado.
Es un “te vi” sin palabras.
Un “importás para mí” en lo cotidiano.

Y no hace falta que sea algo enorme:
Es pensar en vos al hacer planes.
Es preguntarte cómo estás antes de seguir hablando de uno.
Es recordarte al pasar por un lugar que te gusta.
Es no tomar decisiones importantes sin considerar cómo te impactan.

💛 Ser considerado es sentir que tu existencia tiene un lugar seguro en el corazón del otro.
Y eso… eso es amor del bueno.

Porque quien te tiene en cuenta, te cuida incluso cuando no está.
Y eso vale más que mil promesas.

🌿
Ojalá nunca dejemos de valorar a quienes nos consideran.
Ojalá también aprendamos a ser esa presencia amorosa para otros.
Porque donde hay verdadera conciencia del otro… hay humanidad.
Y donde hay humanidad… hay amor.

Con amor,
Andrea Weber
Chamana y Sacerdotisa

22/11/2025

El cabello es un río sagrado que brota de nuestra coronilla y cae como hilos de memoria. No es solo adorno ni simple marco del rostro: es la extensión del alma, la antena que percibe lo invisible y guarda en silencio las huellas de cada experiencia vivida. Cada hebra es un recuerdo, un suspiro, una emoción anclada en el tiempo.

En muchas culturas, el cabello ha sido símbolo de poder, sabiduría y conexión espiritual. Los antiguos sabían que en su longitud habitaba la fuerza vital, que al peinarlo se ordenaban pensamientos y energías, y que al trenzarlo se tejían protección y destino.

Cuando sentimos que una etapa termina, el alma nos impulsa a cortar, teñir o transformar nuestro cabello. No es un acto superficial: es un ritual de liberación. Al caer los mechones, se sueltan memorias que ya no necesitamos; al cubrirlo con un nuevo color, se viste la vida con un nuevo comienzo. Así, el cabello se convierte en el espejo de nuestros ciclos, en testigo fiel de renacimientos.

Cuidarlo es honrar nuestra esencia. Cada hebra es raíz y cielo, pasado y futuro, un puente entre la tierra que nos sostiene y la luz que nos guía. En él habita nuestra historia, pero también la promesa de lo que aún está por florecer.

Que tengas un bello día!

Andrea Weber
Chamana y sacerdotisa

20/11/2025

16/11/2025

El humano no es nada sin humanidad.

Estamos hechos de piel, hueso… pero también de presencia, de mirada, de palabra, de abrazo.
Somos puentes. Somos medicina viva cuando nos damos al otro desde el corazón.

A veces pensamos que para “dar” necesitamos tener todo resuelto.
Pero no es así.
A veces una palabra dicha a tiempo, un “te escucho”, una mano extendida, una sonrisa genuina… tienen el poder de transformar un día, una vida.

El alma se expande cuando se brinda.
Porque al nutrir al otro, algo en nosotros también se ilumina.

El acto de dar, cuando nace del amor, no nos vacía: nos llena.
Nos recuerda que estamos vivos, que importamos, que formamos parte de una gran red invisible que se sostiene por el simple acto de empatizar, de sentir, de acompañar.

La empatía es una gran maestra.
Nos enseña a no mirar para otro lado.
A no endurecer el alma.
A no volvernos piedra en un mundo que a veces intenta insensibilizarnos.

No vinimos a este plano solo a sobrevivir.
Vinimos a vincularnos. A reconocernos en los ojos del otro.
A ser refugio. A ser bálsamo. A ser ese “algo” que deja huella en la vida de alguien más.

Y cuando hacemos eso, también algo se repara en nosotros.

Por eso, no te guardes. No te encierres.
Brindarte no te quita… te devuelve.
Porque cuando uno da con el alma, también se recibe.

🌿
Que no se nos olvide nunca:
el humano no es nada sin humanidad.

Con amor,
Andrea Weber
Chamana & Sacerdotisa

13/11/2025

11/11/2025

¿En qué momento nos hicieron creer que teníamos que estar de un lado o del otro?
¿Que el mundo se divide en los que tienen razón y los que están equivocados?

Nos enseñaron a tomar partido.
A pelear por ideas.
A defender banderas sin preguntarnos si realmente eran nuestras.
Y así fuimos creciendo: creyendo que pensar distinto es estar en contra,
que si el otro no ve lo que yo veo, está ciego.
Que si no siente lo que yo siento, no entiende.

Pero la verdad… no es una piedra fija.
No es una sola voz que grita más fuerte.
La verdad, muchas veces, se revela cuando nos quitamos el orgullo
y nos atrevemos a vestir la piel del otro.

Cuando dejamos de juzgar desde nuestras heridas,
y empezamos a mirar desde sus vivencias.

Entonces algo se rompe… y algo se abre.
Y entendemos que tener razón no es más importante que tener compasión.
Que nadie es completamente luz ni totalmente sombra.
Que todos estamos intentando comprender la vida desde donde podemos,
con lo que hemos vivido, con las cicatrices que cargamos.

Ahí, cuando el ego se rinde, nace la empatía.
Y con ella, la verdadera sabiduría:
la que no necesita imponerse,
la que abraza las diferencias sin miedo,
la que sabe que la verdad no es una cima…
sino un espejo con mil rostros.

Que tengas un bello día.

Andrea Weber
Chamana y sacerdotisa