16/11/2025
Aquí y ahora te enseñamos a diferenciar visualmente entre estas cuatro patologías:
La VIRUELA, declarada erradicada en 1980 por la OMS tras una campaña mundial de vacunación iniciada en 1967, se diferenciaba por presentar lesiones más profundas y firmes que las de la varicela. Estas pústulas eran redondeadas, todas evolucionaban de manera sincrónica y se distribuían con mayor intensidad en cara y extremidades, en contraste con el patrón centrípeto de la varicela. Su mortalidad alcanzaba entre el 20 y 30 % de los casos, lo que motivó los intensos programas de control internacional.
La VARICELA se reconoce clínicamente por la aparición de vesículas superficiales, semitransparentes y llenas de líquido claro, que surgen en brotes sucesivos. Esto provoca que en una misma zona de la piel puedan coexistir máculas, pápulas, vesículas y costras. Su distribución es centrípeta, predominando en tronco y cara, con menor afectación en extremidades. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la varicela es altamente contagiosa, aunque rara vez deja cicatrices salvo que las lesiones se infecten secundariamente.
El SARAMPIÓN, identificado en 1757 por el médico escocés Francis Home como una enfermedad distinta de la viruela, no produce vesículas sino manchas rojas confluentes conocidas como exantema maculopapular. Estas inician en la cara y se extienden hacia el tronco y extremidades en forma descendente. Un signo característico son las manchas de Koplik, pequeñas lesiones blanquecinas en la mucosa oral. La OMS informó que en 2019 se registraron más de 207 000 muertes por sarampión a nivel mundial, lo que demuestra su impacto en poblaciones sin adecuada vacunación.
El MOLUSCO CONTAGIOSO, causado por un poxvirus diferente al de la viruela, se manifiesta con pápulas pequeñas, firmes y del mismo color de la piel, con un pequeño ombligo central, y suelen ser indoloras. A diferencia de la varicela o el sarampión, estas lesiones no producen fiebre ni exantema generalizado, y se localizan en cara, tronco o extremidades. Se transmite por contacto directo o a través de objetos contaminados, y aunque suele ser autolimitado, en pacientes inmunosuprimidos puede ser extenso y persistente.
La información presentada tiene carácter académico y educativo. No constituye consulta médica, ni debe ser utilizada para autotratarse. Si tienes molestias o preocupaciones, consulta a tu médico.