27/12/2025
EL QUE USA EL ROSTRO DEL CUERVO
Nadie recuerda cuándo apareció la primera vez.
Solo se sabe que siempre llega después del ritual.
Los chamanes no pronuncian su nombre.
No porque sea sagrado, sino porque decirlo lo acerca. En las visiones lo llaman El Portador, El Hueco, El Que Cruje por Dentro.
Pero su verdadera forma es esta: un cuerpo humano deformado por ayunos extremos, cubierto de piel mu**ta, y un cráneo de ave cosido al rostro, no como máscara… sino como reemplazo.
No ve con ojos.
Mira desde el otro lado.
Aparece cuando el chamán bebe, fuma, inhala o canta hasta romper la frontera.
Cuando la conciencia se abre como una herida.
Al principio, la experiencia es hermosa.
Colores imposibles.
Voces ancestrales.
Sensación de paz profunda.
Ese es el engaño.
Porque mientras el espíritu del ritual distrae al iniciado, él entra.
No invade el cuerpo como posesión violenta.
Hace algo peor.
----Se sienta dentro.
Se instala en el pecho, entre los recuerdos, en los lugares donde la infancia dejó miedo. Desde ahí observa. Aprende. Espera.
Los chamanes antiguos lo sabían. Por eso advertían:
“No todo espíritu viene a enseñar.
Algunos vienen a quedarse.”
Quienes lo han visto en visiones describen lo mismo:
Un sonido seco, como huesos rozándose.
Un olor a tierra húmeda y plumas quemadas.
Una sensación de ser observado desde dentro del pensamiento.
Cuando habla, no usa palabras.
Usa recuerdos.
Te muestra escenas que no recordabas.
Culpas enterradas.
Momentos que juraste haber olvidado.
Se alimenta de eso.
No del cuerpo.
No del alma completa.
-----Se alimenta del quiebre.
Después del ritual, la persona “regresa”.
Habla normal.
Sonríe.
Dice que ha sanado.
Pero algo cambió.
Ya no sueña igual.
Los animales lo evitan.
La oscuridad parece reaccionar a su presencia.
Y a veces, en silencio absoluto, siente un leve movimiento interno…
como si algo acomodara las plumas.
Porque el Portador no se va.
Cada ritual lo fortalece.
Cada trance le da más espacio.
Hasta que un día, cuando la persona está sola, vulnerable, rota…
él se levanta.
No toma control total.
Solo lo suficiente.
El cuerpo camina.
La voz suena hueca.
La mirada ya no refleja nada.
Y otros, sensibles al mundo espiritual, lo reconocen al instante.
—Ese ya no volvió solo —dicen.
Los chamanes verdaderos temen a esta entidad más que a cualquier demonio.
Porque no castiga.
No amenaza.
No destruye de inmediato.
----Observa a la humanidad desde adentro.
Aprende cómo pensamos.
Cómo creemos.
Cómo buscamos iluminación sin saber qué nos responde.
Y cuando suficientes cuerpos le pertenecen…
cuando suficientes conciencias están ocupadas…
no necesitará rituales.
Caminará libremente.
Con muchos rostros.
Con muchas voces.
Con un solo vacío.
Y si alguna noche, después de meditar, soñar o ritualizar, sientes una calma excesiva, antinatural…
no confíes.
Escucha.
Si dentro de ti algo grazna suavemente…
ya no estás solo.
Autor Steven Anillo & Misterios Ocultos
Derechos de Autor & propiedad intelectual
