08/11/2025
EL HÍGADO GRASO PUEDE APARECER INCLUSO EN PERSONAS DELGADAS POR MALA CALIDAD ALIMENTARIA
El hígado graso, conocido médicamente como esteatosis hepática, no es una enfermedad exclusiva de las personas con sobrepeso u obesidad. Cada vez más estudios demuestran que también puede desarrollarse en individuos delgados, especialmente cuando existe una mala calidad alimentaria, exceso de azúcares simples, ultraprocesados y hábitos sedentarios. En estos casos, el problema no radica en el peso corporal, sino en la forma en que el cuerpo metaboliza los nutrientes y en cómo el hígado acumula grasa sin manifestarse visiblemente en el exterior.
El hígado es el órgano encargado de procesar los carbohidratos, grasas y proteínas, almacenando energía en forma de glucógeno y regulando la concentración de glucosa en sangre. Sin embargo, cuando la dieta está compuesta principalmente por alimentos con alto contenido de fructosa (como gaseosas, dulces, pan blanco, snacks o comidas rápidas), el hígado se ve obligado a transformar ese exceso en grasa. Con el tiempo, esa grasa se deposita dentro de las células hepáticas, generando inflamación, resistencia a la insulina y alteración del metabolismo lipídico, incluso en personas con un índice de masa corporal aparentemente normal.
Este tipo de condición se conoce como “hígado graso no alcohólico en personas metabólicamente delgadas”, y está asociado a dietas desequilibradas, estrés crónico, falta de sueño y deficiencia de actividad física. La presencia de grasa hepática, aunque no se acompañe de obesidad, aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertensión, dislipidemias y enfermedad cardiovascular. Por ello, mantener un peso saludable no garantiza tener un hígado sano si la alimentación es de baja calidad nutricional.
La buena noticia es que el hígado tiene una gran capacidad de regeneración, y su función puede mejorar significativamente con cambios de estilo de vida. Adoptar una dieta rica en frutas, verduras, legumbres, granos integrales, proteínas magras y grasas saludables (como las del pescado, el aceite de oliva y los frutos secos) ayuda a revertir la acumulación de grasa. Reducir el consumo de alcohol, azúcares refinados y productos industrializados es clave, junto con la práctica regular de ejercicio y el control del estrés.
El hígado graso es una enfermedad silenciosa, pero reversible si se detecta a tiempo. No importa el peso que se tenga, la calidad de los alimentos que consumimos define la salud del hígado y, con ella, el equilibrio metabólico de todo el organismo.
Fuente: Hepatology Journal; Journal of Gastroenterology; Harvard T.H. Chan School of Public Health.