26/09/2025
En la escuela solemos medir el éxito en respuestas correctas, trabajos bien presentados y notas aprobadas. Pero la vida no funciona así. Afuera del aula, los errores son inevitables y, muchas veces, la puerta más valiosa hacia el crecimiento.
Cada vez que un alumno se frustra con una ecuación que no le sale, no es solo un problema de matemática: es un entrenamiento emocional. Ahí, sobre la mesa, aparece la incomodidad de no poder, la necesidad de sostener la frustración sin rendirse, de volver a intentar, de buscar otra estrategia, de pedir ayuda, de ser más creativo o más perseverante.
Ese momento incómodo, que a veces queremos “ahorrarle” a los chicos resolviendo nosotros el problema, es en realidad un gimnasio de habilidades para la vida. Porque aprender a caerse y levantarse es más importante que no caerse nunca. Porque muchas veces, cuando algo no sale, se aprende más que cuando todo parece fácil.
Al fin y al cabo, crecer es eso: descubrir que equivocarse no es un final, sino un comienzo. Que a veces se gana y a veces se aprende. Y que cada error sostenido con resiliencia es, en realidad, un ensayo general para la vida.
Qué opinan?
Los leo!
Un abrazo!
Laura