30/10/2025
Nos enseñaron que la vida sigue, que hay que sonreír, que “todo pasa”.
Nos repitieron tantas veces que ser fuertes era aguantar, que terminamos creyendo que mostrarnos frágiles era fallar.
Pero no hay nada más profundamente humano que reconocer que algo duele.
Hay días en los que el alma simplemente pesa.
Días donde las fuerzas no alcanzan, donde el silencio aprieta el pecho y la sonrisa se convierte en una máscara cansada.
Y está bien.
Está bien no poder con todo.
Está bien admitir que necesitás una pausa.
Decir “hoy no estoy bien” es un acto de valentía en un mundo que nos pide estar enteros todo el tiempo.
Es atreverte a mirar tu dolor sin taparlo, a nombrar lo que callaste demasiado, a darte permiso de existir con todo lo que sos —incluso con lo que duele.
En terapia, muchas veces ese es el primer paso: dejar caer el disfraz de la fortaleza y poder ser, simplemente, vos.
Sin juicios. Sin exigencias. Sin deberes.
Solo vos, respirando despacio, reconociendo que sentir no te quita valor, te devuelve la verdad.
Porque sanar no siempre se trata de sonreír… a veces se trata de poder decir, con ternura y sin culpa:
“Hoy no estoy bien. Pero estoy acá, intentando.” 💙