19/11/2025
“Criar adolescentes sin morir en el intento… y sin morir de nostalgia”
Hoy quiero compartir algo personal, no solo como mamá, sino también desde mi mirada como psicóloga.
Mi niña, aquella pequeña que antes corría a mis brazos, que reía con mis ocurrencias, que posaba tímidamente para las fotos y buscaba mi mano para sentirse segura, hoy estás en otra etapa. Este año iniciamos un proceso que jamás imaginé que sería un duelo silencioso: despedirme de la niña que fue para empezar a conocer a la adolescente que está siendo.
De pronto ya no quería que la acompañe a la escuela, ya no corría hacia mí al salir, ya no buscaba mis abrazos en público. Lo que antes la hacía reír —mis cantos, mis bailes, mis locuras de mamá— ahora le causa vergüenza. Y aunque esa transición dolió un poquito, también la entiendo.
Sigue siendo mi niña. Aún ama mis abrazos, aún me busca, aún disfruta estar conmigo… pero ahora necesita momentos y espacios propios. Ya no quiere fotos, ya no quiere insistencias ni exposiciones. Y aunque extraño a la niña posera que a veces lograba convencer, hoy escucho sus “no quiero, no me gusta… importa lo que siento”.
Y desde mi lado profesional, eso es salud emocional.
Como psicóloga sé que está construyendo su identidad. Su cerebro se está reorganizando, la vergüenza social aumenta y los afectos públicos pueden incomodar.
Pero como mamá, estoy aprendiendo a respirar, a soltar, y a no tomarlo como rechazo.
Sus cambios no significan distancia emocional. Significan que se está acercando a sí misma. Y yo debo acompañarla sin invadir, estar presente sin controlar, respetar su autonomía sin dejar de ser su base segura. Seguir siendo su abrazo… pero un abrazo que no apriete, sino que sostenga.
Y en medio de todos estos cambios, algo que me llena de orgullo es ver cómo su amor por el arte sigue creciendo.
Desde pequeña mostraba una sensibilidad especial para dibujar y crear. Hoy ese talento ha florecido aún más: dibuja, pinta y diseña con la fuerza y delicadeza de una verdadera artista. Me emociona su dedicación, su responsabilidad y esa forma tan propia de expresar lo que siente a través del arte.
Sé que aún hay mucho por aprender, pero confío plenamente en su talento y en todo lo que logrará.
La etapa de la niñez culminó, sí… pero la conexión no.
Hoy abrazo a esta adolescente hermosa, compleja, auténtica, y entiendo que quien ama, acompaña los procesos; no obliga, no presiona, no detiene el crecimiento.
Hoy no solo crece mi hija. También crezco yo.
Aprendo a mirarla de nuevo, a entenderla desde su presente y a caminar a su ritmo.
Ya no tengo a la niña que corría hacia mis brazos…
pero sí tengo a una adolescente que, aunque tome distancia en público, sigue encontrando su hogar en mí.
Y eso, para mí como madre y psicóloga, es una de las certezas más hermosas que puedo tener. 💛✨
by Julia Sandoval